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Héctor Kabande, una vida plena

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“Soy un hombre viviendo mi paso y mi viaje, siempre buscando el equilibrio en lo que es importante en mi vida. Soy un enamorado de lo que hago”, es como comienza la entrevista que sostuvo CAMPESTRE con el empresario Héctor Kabande, uno de los nombres más reconocidos de la industria hotelera y restaurantera en Baja California.

De una personalidad imponente, pero que contrasta con un trato cálido y amable, don Héctor recibe a CAMPESTRE en El Grill, uno de los restaurantes de su propiedad, y donde el mismo se encarga de supervisar que todo transcurra con el orden requerido, lo que, por antonomasia, lo ha convertido en uno de los sitios más predilectos y exclusivos del noroeste de México.

Hijo de don José Encarnación Kabande Dabdub, el icónico empresario que en 1966 daría el primer hotel de categoría al Estado, como lo es el Lucerna, actualmente se encarga, además de sus negocios particulares, de administrar con sus hermanos el Grupo Lucerna, que concentra sucursales en Tijuana, Mexicali, Ensenada, Culiacán y Cd. Juárez, sumado a diversos giros pertenecientes a la industria de la hospitalidad.

Y derivado de pertenecer a comercios que brindan servicios de atención, menciona una de las reglas más objetivas que deben de seguirse, resaltando que hay que prepararse y entender lo que viene en la industria, así como lo que el viajero de hoy quiere y necesita, porque ambas son dos cosas distintas.

“La gente quiere tener una experiencia integral, van a ver tu servicio, escuchar la música que tienes, van a experimentar tu cocina, y van a agregar todo eso a su biblioteca mental, ya sea las nuevas cosas que vieron, los sonidos que escucharon, olores que percibieron y sabores que probaron. Así es como la gente comienza a desarrollar ese gusto por salir. Y si quieres ser diferente, entonces hay que hacer algo genuino, que no sea uno más”, agrega, antes de descifrar parte del secreto de su éxito.

“Con ese panorama, es muy interesante ya estar pensando en el viajero que ahorita tiene 10 ó 15 años y reestructurar cambios, no sólo físicos, sino de fondo, filosóficos, de valores, de políticas y de estándares”, subraya.

•LA IMPORTANCIA DEL APELLIDO KABANDE•

“Es una satisfacción muy peculiar que implica una serie de compromisos de vida. Es servir a una historia que inició hace más de 60 años. Nuestro objetivo principal nunca fue ganar dinero, era darle a la sociedad algo que necesitaba y no existía, y eso era un hotel de otra categoría”, cuenta, al rememorar aquel lejano 1966, cuando Mexicali era el escenario para inaugurar el primer Hotel Lucerna.

Y con ello, queda claro que don Héctor es esa antítesis del hombre ambicioso y materialista, y no duda en contar algunos de los pasajes de su vida, esos que lo develan más allá del empresario que es.

“Me gusta mucho escuchar. Provoco situaciones para hacerlo. Pienso seriamente que se aprende más escuchando que hablando”, afirma.

Justo después de esa confesión, y mientras de fondo suena Sinatra con My Way, recuerda una enseñanza que le impartió su padre don José.

“Decía mi papá «cuanto te bañes salpica, y no te quieras quedar con todo el chorro». Entonces, salpicar es enseñar, crear una fuente de trabajo, salpicar es generar conocimientos y sabiduría a tu familia, a tus colaboradores”.

“El objetivo de nuestra familia era incursionar en la hospitalidad, porque es parte de nuestra naturaleza. Estar en esta industria es fascinante, porque estás en el negocio de la gente, y no importa cuánto se llegue a automatizar, porque el contacto con el cliente siempre existirá, tanto en un hotel, como en un restaurante.

“Y si eso se llega a perder, no hay nada que lo sustituya. Porque cuando alguien te dice gracias, cuando le resuelves un problema a un huésped, es cuando se agradece ese concepto de hospitalidad, que ninguna máquina te podrá dar.

“Todo eso es parte de ese legado que construyó mi padre. Por eso decidimos ser parte de los hoteles familiares. Y así es como se conforma la columna vertebral de nuestra empresa, porque somos una familia sirviendo a familias, y en esas familias que se segmentan, empresarios, artistas, médicos, turismo de EU, Europa, integrando el turismo de bienestar.

•EL TURISMO DEL BIENESTAR•

“El turismo del bienestar ya viene a sustituir lo que antes era la tecnología y el lujo; todo tiene que estar más orientado hacia la sustentabilidad, hacia lo orgánico, hacia lo que menos se tire, se consume y lo que menos oprima a los sectores vulnerables.

“En los 42 años que tengo en Tijuana, cuando inauguramos, junto con mi papá el hotel Lucerna, yo estaba estudiando Administración de Hoteles en Houston Texas, en la Universidad de Hilton, y he sido testigos del crecimiento industrial que ha tenido esta gran ciudad, del cambio en su silueta, del contenido del arte, gastronómico , comercial, industrial, científico y el área de turismo médico y bienestar.

“Nosotros en Lucerna le hemos dado hospedaje a muchos de los que han llegado, desde los que arribaron para construir la ciudad. Veo una Tijuana muy globalizada en los próximos 10 años, con un crecimiento exponencial y en 20 años con el doble de su población, con características muy particulares”.

•EL LÍDER QUE SÍ PREGONA CON EL EJEMPLO•

“Somos de los que nos remangamos las mangas y le entramos. Yo puedo estar ahorita aquí y si llega gente me levanto, los atiendo y les tomo la orden. Igual si llego al K Tower, me acerco a la mesa o lo mismo en un hotel, si veo que hay mucha gente en la recepción, me gusta ayudar a agilizar.

“Cuando la vida te va dando, es porque tú le has ido metiendo, y eso se convierte en un estilo de vida, en la que puedes llegar a tener un buen nivel, y consecuentemente ayudar, viajar, reinvertir, crear fuentes de trabajo.

“Pero yo estoy seguro de que, a mí, una de las cosas que más me gusta y me da más satisfacción es enseñar y aprender, sentarme con un gerente, un mesero o un chef, o con un director de obra que vayamos a construir y platicar, tener comunicación, escucharlos y tener la información que tienen ellos.

Y mientras la entrevista deja de ser una entrevista, y se vuelve una plática muy casual, la voz de Nat King Cole que suena dentro del restaurante armoniza el momento, enmarcando cada una de las frases que va diciendo el señor Kabande.

“He tenido una vida muy afortunada, porque he viajado mucho. Tengo mis ciudades que son mis amores, como son Tokio, Londres y Hong Kong.

“Daré una vuelta a algunos países para ver qué es lo próximo que nosotros debemos de hacer en el área de hotelería. Quiero ver qué hacen cadenas chicas y voy a tres continentes, para volver a vivir lo que hacen los países árabes y asiáticos, que están muy avanzados en el área de la hospitalidad y regresar a las ciudades que me gusta regresar, que también son Amsterdam y París.

Para el momento en que ya conversamos sobre urbanidad, libros, música, arte, percibo levemente en la bocina el inconfundible susurro francés de Jane Birkin con el de Serge Gainsbourg, y pienso que, así como ellos son cómplices en ese viaje infinito que han tenido a través de la sonoridad, hay pasiones que don Héctor Kabande tiene y mantiene.

Los conceptos de los cuales hace uso bien los podría utilizar cualquier catedrático para ejemplificar una situación en un aula, lo que lo descubre como un apasionado del arte, la lectura y la nueva música.

“En el tema de la lectura yo he ido evolucionando a través de los años, y ya leo de manera diferente; son infinitos los segmentos, pero a mí me apasiona la lectura de negocios, temas relacionados enteramente con la industria, la cocina, leer biografías, como la de Bourdain o Nelson Mandela, y que te enseñan que, si él pudo sobrevivir eso, ¿qué no podemos sobrevivir todos los demás? Al final, mi lectura la tengo segmentada en recreacional y la académica. Trato de estar al día, para conocer las ciudades antes de llegar, o acerca de la hotelería histórica en el mundo, que me gusta mucho estudiarlos.

“Y el arte me interesa mucho. No me considero un experto, pero sí he estado en los museos más importantes del mundo y son momentos que se disfrutan de verdad”.

Antes de abordar los últimos instantes, me inquieta saber cómo es que se define, en el plano donde no es don Héctor Kabande el empresario, sino Héctor, el humano, y me confirma lo que al principio de estas líneas nos contó.

“La ruta que va de Dios, familia, negocio, amigos y ayudar. No sé en qué categoría me pone, pero sí soy muy creyente… pero no soy religioso. La diferencia entre los religiosos y los que somos espirituales, en mi opinión, es que los religiosos no se quieren ir al Infierno y los que somos espirituales somos los que ya estuvimos en él y no queremos regresar”, lo dice de manera clara, mientras vuelvo a tomar la pluma y anotarlo en mi libreta, derivado a la contundencia de la frase.

“Te puedo decir lo que me caracteriza el día de hoy, y no lo de antes, hoy me caracteriza el yin yang, el equilibrio, Dios, familia, negocios, amigos, ayudar. El equilibrio entre la luna y el sol, entre lo frío y lo caliente, en lo que tomo, en lo que como, en lo que hablo, en lo que estoy dispuesto a escuchar también”.

Miro mi reloj y son casi las 2 de la tarde. Decido dar el último trago de mi agua.

La hora de plática que hemos tenido se va rápido, y sólo, antes de despedirnos, por curiosidad es que en ese ejercicio de apegarnos a una hipotética entropía – cual si tuviéramos la oportunidad de que la escena la filmara Christopher Nolan –, le preguntó a don Héctor Kabande que ¿qué le diría al niño Héctor de 10 años, aquel que aún jugaba con sus hermanos?

No titubea, y lo dice casi de manera inmediata: – “Te felicito, porque has vivido plenamente”.

Don Héctor y yo nos saludamos y acabamos la plática.

Bon vivant, trotamundos, y cultivador de las buenas amistades. Buen talante y frases que enriquecen el ser. Así es como es don Héctor Kabande, un hombre de vida plena.

 

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