Por: Claudia Agatón Muñiz / Presidenta Municipal de Ensenada
Su riqueza cultural trasciende la historia originaria de Ensenada, y sigue siendo un referente en la vida cotidiana del municipio más antiguo de Baja California
Con las montañas de la Sierra de Juárez resguardándole, sus valles de singular belleza y la tranquilidad que invita a quedarse, Real del Castillo es un poblado único, testigo de la historia de Ensenada y de Baja California.
Fundado el 2 de octubre de 1870, tras una petición hecha por rancheros y comerciantes que ya brindaban servicios en la zona, la fiebre del oro detonó exponencialmente su crecimiento.
Repleto de migrantes de distintas partes del mundo que convergieron con los pueblos indígenas Kumiai y Pa’ipai, entre 1872 y 1882 el poblado fue la capital del Partido Norte de la Baja California.
De ser un lugar inhóspito, con unas cuantas familias que vivían del campo y del ganado, se convirtió en una pequeña urbe, con oficinas gubernamentales y escuela, hasta la primera imprenta de la que hay registro a nivel estatal y una de las primeras zonas vinícolas de la región norte de México.
Tras el auge minero de Real del Castillo, el 15 de mayo de 1882, Ensenada nació como asentamiento urbano. El puerto fue la penúltima capital de la región, pues desde 1915, Mexicali es la cabecera de Baja California.
El viento silba muchas historias, de indígenas dueños de la tierra, de rancheros, ganaderos, mineros y comerciantes que pusieron en el mapa la riqueza del tan querido valle de Ojos Negros, así conocido por la mayoría de las y los ensenadenses.
Aunque de la vieja escuela y de otras estructuras históricas sólo quedan vestigios, Real del Castillo es un lugar obligado para quienes en verdad quieren conocer la belleza inigualable de Ensenada, pues su producción agrícola, ganadera y vinícola destacan a nivel internacional.
Su Ruta del Queso es una de las más importantes de México, pues, además de la producción en ranchos y hogares del poblado, cuenta con la primera cava de piedra para quesos en América.
A esto se suma el cultivo de vid con distintos varietales, entre ellas, Cabernet Sauvignon, Merlot y Tempranillo. La producción de vinos de la más alta calidad que se maridan con alimentos nacidos de su tierra fértil.
El enoturismo también es una de sus fortalezas, pues el Parque Nacional Constitución de 1857 se encuentra a alrededor de 50 kilómetros de su poblado principal, Ojos Negros.
Sin importar la temporada del año en que elijas visitarlo, la tranquilidad del valle, la hospitalidad de su gente, su tradición quesera, vinícola, agrícola y ganadera te invita a regresar, para respirar ese aire fresco que baja desde la zona serrana y que, con un buen café o una copa de vino, con una tortilla de harina y un trozo de queso del Real, dar fe de la historia, la tradición, la riqueza y el amor en grande de este valle único y de belleza sin igual.
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