By Imponer la vacuna no es la solución.
Por: José Santiago Healy
Mientras el mundo registra un nuevo disparo de contagios por Covid-19, la polémica sobre la efectividad de las vacunas contra el virus SARS-CoV-2 y sus variantes ha arreciado.
Es un hecho que la vacunación masiva, especialmente en los países más desarrollados, desalentó el avance de la pandemia y con ello el número de fallecimientos a nivel mundial.
Sin embargo no logró parar en seco a los agresivos coronavirus y por el contario en algunas regiones y países se desataron nuevas olas de contagios.
En tanto a nivel mundial el número de muertes superó los cinco millones desde el inicio de la pandemia en diciembre del 2019, en Estados Unidos a pesar de la vacuna y de las medidas de protección tomadas, los fallecimientos en el 2021 superaron los 405 mil mientras que en el 2020 fueron alrededor de 390 mil.
Al mes de diciembre del 2021 el 60 por ciento de la población norteamericana había recibido su doble vacuna y algunos el publicitado refuerzo mejor conocido como “booster”.
Sin embargo, el pasado lunes se registró en el vecino país un número récord con un millón 082,549 nuevos casos de contagiados de coronavirus, el mayor número en un día de la pandemia.
Además murieron 1,688 personas en 24 horas lo que puso en extrema alerta a las autoridades sanitarias.
Los expertos dicen que este repunte se debe a la existencia de variantes más contagiosas como el Ómicron, a la población no vacunada y al regreso paulatino a las actividades normales.
Con todo lo anterior queda en evidencia que las extensas campañas de vacunación que alcanzan seis de cada diez personas, no han podido controlar al Covid-19 como estaba contemplado.
Es verdad que otros países con índices de vacunación superior al 75 por ciento como Canadá, Japón y Australia han conseguido reducir los contagios y las muertes, pero tampoco las han desaparecido.
Lo extraño y contradictorio en estos momentos es que algunos gobiernos, no todos afortunadamente, están implantando acciones de control más severos para reducir el avance de la pandemia, pero ya hemos visto que los resultados no son satisfactorios.
Italia impuso la vacuna obligatoria para los habitantes mayores de 50 años, en otros países se han suspendido las vuelos de países africanos o bien se han reforzado las medidas sanitarias para los viajeros que lleguen de ese continente.
Pero lo cierto es que hoy los certificados de vacunación han pasado a un segundo plano en los aeropuertos, los países solicitan principalmente pruebas anti Covid-19 realizadas 24 ó 48 horas antes de viajar para evitar los contagios en aviones y terminales aéreas.
En los últimos días vivimos una ola de contagios de familiares y amigos cercanos, curiosamente el 90 por ciento se habían aplicado las dos dosis y algunos incluso el refuerzo. Por fortuna ninguno llegó a hospitalización lo que según expertos es debido a la vacuna.
A estas alturas lo que más parece funcionar en países que han registrado bajo número de contagios y muertes es lo siguiente:
Control estricto en las fronteras, pruebas rápidas y gratuitas para la población, uso masivo de cubrebocas, evitar eventos y reuniones multitudinarias, y desde luego fomentar en la población una alimentación balanceada, la práctica de ejercicio y evitar el consumo de alcohol, drogas y tabaco.
Imponer la vacuna en la población no es la solución, en primer lugar porque se ha demostrado que su efectividad no es contundente, lo mejor será vigilar el entorno, aislar a los contagiados, enseñar a los ciudadanos a cuidarse y a llevar una vida sana y ordenada.
La gran pregunta en estos momentos es si la pandemia se extenderá un año más o llegará a su fin en el primer semestre del 2022, ¿usted qué opina?
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