Desde tiempos inmemoriales están en el centro de todo.
POR: EUGENIO GENE CARRASCO
Podría ser común decir otra vez que la mujer está en todo lugar, desde que nacemos, crecemos, nos desarrollamos y hasta que morimos. Pero a un año transcurrido de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer ¿qué hemos hecho los hombres para que las mujeres tengan equidad de género, igualdad de oportunidades de empleo, salarios iguales o mejores según sus aptitudes? ¿Qué hemos hecho realmente para conjurar los demonios de la violencia en contra de ellas?
Tenemos estadísticas que hablan sobre la venturosa irrupción de la mujer en las empresas, en el gobierno, en sí, en la vida pública que tiempo atrás era territorio vedado para el género femenino. ¡Felicidades! diríamos que los hombres vamos avanzando y reconociendo el valor de la mujer en nuestras sociedades modernas.
No obstante, en la mayoría de los casos ha sido ella misma la que se ha abierto los caminos, las puertas, las escaleras para conseguir responsabilidades tanto laborales como políticas, académicas, culturales o para sacar adelante negocios propios.
Las mujeres que han superado la violencia y el paternalismo del hombre, ahora pintan, actúan, componen, comunican, abren librerías, dan conciertos de ópera o de rock. Y son ellas las que tocan los instrumentos. El mosaico cultural y productivo de Baja California tiene un gran protagonista y tiene nombre de mujer, y ha estado ahí desde tiempos remotos como pionera, visionaria y consumadora de sueños.
Sin embargo, hay otra realidad y otra estadística. Otras mujeres, muchas, siguen siendo víctima de violencia del hombre patrón, del hombre jefe, del hombre padre de familia, del novio y del delincuente que asesina. De igual forma hay signos inequívocos de injusticia laboral y salarial. Esas son las asignaturas pendientes que necesitamos cursar para que el Día Internacional de la Mujer y el Mes de la Historia de la Mujer sean una conmemoración dichosa y generalizada.
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