By No hay esperanzas de que el líder ruso acepte un pacto igualitario.
Por: José Santiago Healy
La condena hacia el gobierno de Rusia por invadir Ucrania ha sido abrumadora: 141 países de los 193 miembros de la ONU se manifestaron contra la acción ordenada por Vladimir Putin.
Sólo cinco votaron en contra: Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea, Siria y la propia Rusia.
China, Cuba, Bolivia, El Salvador, Nicaragua, India e Irán se abstuvieron, al igual que otros 28 países. La mayoría son cercanos al gobierno de Putin, pero no sumisos. Al mismo tiempo las medidas económicas y políticas han aumentado, desde la cancelación de vuelos de líneas rusas a países de Occidente, hasta la expulsión de Rusia del Mundial de Futbol 2022.
Los principales bancos rusos fueron excluidos del sistema de pagos SWIFT, al tiempo que se tomaron otras medidas para impedir que el banco central de Rusia utilice sus reservas internacionales de divisas calculadas en 630 mil millones de dólares. El rublo se devaluó más del 20 por ciento y las tasas de interés fueron elevadas de emergencia por el banco central del 9.5 al 20 por ciento.
Mientras los ataques rusos continúan en Ucrania, esta semana iniciaron conversaciones entre ambas naciones para alcanzar la paz.
No existen grandes esperanzas de que Putin doble las manos y acepte un pacto igualitario. Pareciera más bien que los rusos buscan tiempo para avanzar en sus posiciones militares.
Al final de cuentas lo que desea Putin es apoderarse de Ucrania, primero derrocando al presidente Volodímir Zelenski, después imponer a un mandatario títere y finalmente sumar el rico y vasto territorio ucraniano al dominio ruso.
Lo más importante para el mundo será detener las ansias totalitarias de Putin, quien ha amenazado echar mano de su arsenal nuclear de ser necesario.
Putin se ha convertido en un dictador peligroso, inteligente y experimentado, lo que precisamente incrementa el riesgo para la seguridad del mundo.
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