Apasionado de la vida y un profesionista intenso y lleno de adrenalina a la hora de efectuar su trabajo, es la mejor manera de describir a Tony Haro, el joven arquitecto que está a la cabeza de Haro Space Design, uno de los despachos más innovadores y con más proyección en la región binacional de Tijuana-San Diego.
A su llegada a las instalaciones de CAMPESTRE, la entrevista con Tony deja de ser eso, una entrevista, y se vuelve una amena plática en la que sus conceptos no sólo emergen con la fuerza de su imagen, sino que lo disruptivo lo hace presente y lo sustenta con los antecedentes de sus creaciones.
Y no es para menos, ya que Tony en el andar de su profesión ha colaborado más de 400 proyectos, varios de ellos ya convertidos en emblemáticos para la ciudad y siendo, además, un apoyo importante para el impacto del turismo médico de Baja California.
En su camino, lo mismo ha estado al frente de proyectos de algún emprendedor que busca llegar a la cima, que de los más grandes inversionistas y empresarios de Baja California, como el Obesity Control Center, Hospital BC, Hospital del Carmen y Tribu.
Por ello, al pasar por las calles de Tijuana y San Diego, cada vez será más común encontrarnos con creaciones de Tony, y éstas son fácilmente reconocibles, porque los diseños de Haro Space Design son una auténtica oda al buen gusto, al estilo y una eterna celebración a lo vibrante.
Con la venia de un espíritu libre, aventurero y aderezado con un buen sonido de bajo y sintetizador, es como Tony, nos comparte, inicia su proceso para darle vida a su imaginación, en los que plasma lo mejor de la época de los ochenta y la libertad de espacios abiertos para empoderar y transmitir un discurso lleno de energía.
“Somos de los 80 y viví ese cambio. Los espacios y lo que se hizo se tiene que replicar en nuestra área. Lo vintage, la combinación del espacio abierto y nuevo. Todo ello da frescura y carácter”, resalta.
Y bajo esa dinámica tan ecléctica, Tony lo mismo se encarga de crear un hospital con uno de los quirófanos más modernos en todo el mundo, que una arena deportiva, un gimnasio o un restaurante, derivado de un recorrido por la vida, en el que, confiesa, se ha valido de todos los conocimientos que ha tenido, y los ha puesto en práctica, haciendo una analogía con Slumdog Millionaire, el entrañable film de Danny Boyle.
“Me considero ante todo un hombre de negocios, primeramente, y luego me considero un arquitecto. Hemos tratado de que la oficina en sí sea un negocio”, indica a CAMPESTRE, resaltando que para llegar al punto en el que se encuentra, ha sido por la importancia y la metodología que lleva en su jornada y la toma de decisiones.
“No vivo en dos mundos, la Garita no la veo”, cuenta, al preguntarle sobre su trabajo en los dos lados de la frontera, refiriendo que para él es como si fuera una sola zona, y esto derivado porque siempre he encontrado los métodos para saber percibir la idiosincrasia de mexicanos y americanos en su mayor nivel.
“Si hay un escalón para llegar a un logro, es porque ya recorriste la mitad de los escalones que son fundamentos. Todo ha sido por aventurarse a hacer cosas y aquí estamos, hemos creado la oficina desde cero”. La cuestión es atreverse y perder el miedo. Al inicio, me tocó llegar a cerrar tratos en bici o en Trolley; hemos estado en todas las circunstancias. Y por eso digo que negarse no figura”.
Al final, Tony, quien pudiera, para muchos, proyectar la imagen de un rockstar, desenfadado, es más que ello, es todo un profesional que pone la ética de manera virtuosa en cada trazo de sus diseños y uno de los tijuanenses con más proyección en los años que vienen. “Las decisiones son parte de mi vida y la arquitectura es un conjunto de buenas decisiones”.
Y todo se puede resumir con una sola frase, porque Tony sabe exactamente lo que quiere y hacia dónde va, y como él lo menciona: “Es el momento perfecto para ser arquitecto en Tijuana”. Él, la decisión ya la tomó y es un todo un estandarte. ¿Quién será el siguiente?
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