Sin gran pena ni gloria se llevó a cabo la Cumbre de las Américas que reunió en Los Ángeles, California, a varios presidentes y representantes de los gobiernos de nuestro continente.
Las ausencias de Andrés Manuel López Obrador y de los primeros mandatarios de Cuba, Nicaragua, Venezuela quienes no fueron invitados, se convirtió en la noticia del momento, pero eso no impidió que la reunión se llevara a cabo.
La cumbre fue promovida por Joe Biden bajo el título “Construyendo un futuro sustentable, resiliente y equitativo”.
Suena sin duda rimbombante y ambicioso, pero dadas las difíciles circunstancias por las que atraviesa el continente, especialmente el centro y sur de América, resulta muy complicado alcanzar acuerdos que permitan llegar a las metas que propone el eslogan de la reunión. Además de la extrema pobreza, las diferencias culturales, el estancamiento y los rezagos sociales, América Latina enfrenta una confrontación ideología y política que impide a los gobiernos negociar programas de desarrollo social y económicos para la región.
Prueba de ello es el sainete que armó López Obrador al no asistir a la cumbre bajo el argumento de que los mandatarios de Cuba, Nicaragua y Venezuela, no fueron invitados por sus reconocidas prácticas en conta de la democracia y los derechos humanos.
Nuestro mandatario hizo el ridículo con su posición, toda vez que Miguel Díaz-Canel de Cuba y Daniel Ortega de Nicaragua dijeron en su momento que aun siendo invitados no asistirían por sus discrepancias extremas con el gobierno norteamericano.
El caso de Nicolás Maduro es todavía más delicado al contar con acusaciones penales en Estados Unidos lo que podría originar su arresto inmediato en el momento de pisar el país.
Joe Biden dijo al inaugurar el encuentro que “la democracia está bajo asalto alrededor del mundo», en clara alusión a regímenes como el de Rusia pero también a los de Cuba, Nicaragua y Venezuela que tanto ha defendido el mandatario mexicano.
López Obrador perdió una oportunidad dorada para asumir un firme liderazgo a favor de los países oprimidos de América Latina. El tabasqueño prefirió quedarse en casa y no enfrentar a Biden, en lo que puede calificarse como una postura blandengue y escurridiza.
Una vez más López Obrador demuestra su animadversión a las reuniones internacionales las cuales ha evadido una y otra vez en su sexenio.
¿Se imaginan cuántos acuerdos podría haber alcanzado al dialogar en corto con Joe Biden y con los mandatarios latinoamericanos?
Comentarios a [email protected]
Comments