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Traje a la medida

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Por: Roberto Quijano Luna
El proyecto político denominado los «Estados Unidos Mexicanos» se encuentra en una situación crítica. Permanece en pie después de dos siglos, no por tres décadas de democracia partidista, sino por las virtudes de su geografía, economía y cultura. 

Los arquitectos (liberales del siglo XIX) del México moderno quisieron establecer un sistema federal, imitando casi en su totalidad el modelo constitucional de Estados Unidos de América. 

El federalismo hacía sentido en EUA, donde desde sus inicios el proyecto político se orientaba hacia el autogobierno de sus diferentes colonias. La idea de un gobierno federal surgió después cuando se consolidó la Unión Americana y aún así era de alcance y competencias limitados. 

Incluso, a pesar de una Guerra de Secesión, el gobierno federal de Washington, D.C., aún respeta la soberanía de los estados. Por eso, Texas y Florida pudieron hacer lo que les pegara en gana durante la pandemia, sin injerencias federales. 

Regresando al caso de México, puedes robarle la idea a tu vecino, pero es inútil si no hay costumbres que lo sustenten. Un sistema constitucional debe ser un traje a la medida. Ni muy largo, ni muy corto. Justo. 

El federalismo no tenía arraigo en las costumbres del pueblo mexicano. Trescientos años como Virreinato de Nueva España se desarrollaron bajo un gobierno centralizado, sus territorios tenían autonomía limitada y respondían directamente al centro del país. 

 A doscientos años de nuestra independencia, México tiene un traje de federalismo que no le queda. Tenemos presidentes municipales y gobernadores, con sus áreas de competencia, pueden tomar sus propias decisiones; pero al final le terminan respondiendo al centro del país. Sobre todo, considerando que la mayoría de los dineros públicos provienen de la federación. 

Nuestro sistema presidencialista hace posible que toda la vida política del país se concentre en la figura del presidente de la República. Los presidentes municipales y gobernadores se terminan sometiendo a los dictados del tlatoani en turno asentado en la Ciudad de México. 

Frente a esta situación, ¿qué camino debemos tomar? ¿Es necesario abandonar el federalismo y optar por hacer oficial el centralismo que opera en la realidad? 

Al final, las reglas del juego ya están establecidas. El statu quo permanecerá intacto al menos las siguientes décadas. Por ende, es esencial hacer valer el texto de la Constitución Política vigente, aún considerando su pobre diseño de origen y posterior degradación. 

 Esto significa hacer todo lo posible por fortalecer al municipio y al estado. Sobre todo, en temas de autogobierno y haciendas públicas. Esto no es separatismo, sino un nuevo intento por ejercer nuestro legítimo derecho al federalismo. 

 Como un traje que no te queda, pero ya está en tu armario listo para usarse. Debes arreglarlo con el sastre para vestirlo correctamente y lo puedas portar en público con honor y dignidad.

Dr. Armando Pérez Carreño ¡Recupera tu cabello y seguridad!

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