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Tierra, vivienda y bienestar: “La ruta del nuevo México”

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Por: Luis Fernando Rouvroy / Empresario, abogado y político

El México que soñamos no se construye desde el escritorio, sino desde la tierra misma. Y la tierra, hoy, exige una nueva forma de habitarla. Acceder a un lote propio, a un terreno regularizado, con servicios y con certidumbre jurídica es el primer paso para construir una vivienda digna y un futuro más justo. La vivienda asequible no puede entenderse sin hablar primero de la tierra, de su distribución, su ordenamiento y su vocación social.

La Dra. Claudia Sheinbaum lo ha dejado claro en el Plan Nacional México 2024-2030: el derecho a la ciudad, al suelo y a una vivienda digna no pueden seguir siendo temas secundarios. Hoy son prioridades de Estado, y lo celebramos, sobre todo, porque coincidimos.

¿Por qué? Porque implica reconocer que el crecimiento de México no sólo depende de los macroproyectos, sino de cómo gestionamos nuestro territorio; de cómo conectamos a las personas con predios habitables, sustentables y accesibles.

En muchas regiones del país, las familias no buscan una casa de inmediato. Buscan primero un terreno, un pedazo de tierra que puedan llamar suyo, que puedan trabajar, habitar o heredar. Por eso, el ordenamiento territorial, la regularización de la tenencia y el acceso a lotes urbanizados son condiciones necesarias para garantizar un desarrollo con justicia social.

Cuando se ofrece suelo accesible y bien planificado, se genera más que una oportunidad: se genera arraigo, patrimonio, comunidad y estabilidad.

Colaboración entre sociedad, iniciativa privada y gobierno

En esta nueva etapa del país, la corresponsabilidad es clave. Ni el gobierno ni el sector privado pueden solos. La colaboración estratégica entre ambos sectores ha permitido que proyectos reales tomen forma en distintas regiones de México, gracias a la colaboración entre sociedad, iniciativa privada y gobierno.

Nos ha tocado ver cómo cientos de familias, con esfuerzo y confianza, han podido acceder a un lote propio gracias a esquemas accesibles y a una visión de desarrollo comunitario.

Desde Baja California hasta Quintana Roo, hemos aprendido que el verdadero desarrollo no se mide sólo en viviendas construidas, sino en suelo entregado con justicia y visión de futuro.

Un ejemplo notable es la Ruta Tanamá, hoy reconocida por México Desconocido por su belleza natural y valor turístico, pero también por su impulso habitacional. Allí, cientos de familias disfrutan el derecho a la movilidad y al acceso a servicios, gracias a un trabajo coordinado entre vecinos, autoridades y desarrolladores.

Otro caso emblemático es la Ruta de los Cenotes, en Quintana Roo, donde el desarrollo inmobiliario ha crecido en armonía con el entorno. Este corredor natural, ahora impulsado por el paso del Tren Maya, se ha convertido en un modelo de integración territorial, donde se abren nuevas oportunidades de vivienda, lotificación responsable y turismo sustentable. El Tren Maya no sólo conecta ciudades: conecta posibilidades para quienes habitan el sureste del país.

Grupo Cento, parte activa

En este ecosistema que se está transformando desde el suelo, Grupo Cento es una pieza más. Como empresa desarrolladora, entendemos que no basta con comercializar tierra: hay que respetarla, organizarla y entregarla con visión de comunidad.

Nuestros fraccionamientos Colinas de San Fernando, Cumbres Residencial y Aruma nacen del diálogo con las autoridades, del respeto al entorno y de la alianza con las familias que dan vida a cada comunidad.

Nos mueve la idea de que México no se transforma desde arriba, sino desde el terreno; desde el primer lote que se limpia, desde el primer trazo que se planea, desde el primer acuerdo entre sociedad y gobierno.

“No se trata sólo de vender tierra: se trata de devolverle valor y dignidad al acto de habitarla”.

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