Por: Edgar Ortiz Ángel / Coordinador en BC “Que Siga la Democracia” y promotor de la Dra. Claudia Sheinbaum
El problema de la inseguridad y violencia en el mundo es una realidad, asaltos, homicidios u otros, las causas son diversas: falta de oportunidades en educación, trabajo, sentido de pertenencia, la necesidad y varias más.
Diversos políticos se han jactado de tener la fórmula para erradicar este pesar social, unos hablan de mayor cobertura policial, algunos de injerencia extranjera y otros de combate frontal a la delincuencia.
Pero para conocer si una política pública ha sido exitosa hay que ver sus resultados. Por ejemplo, en México durante los gobiernos pasados se habló del combate frontal a la delincuencia, lo que resultó en un incremento en las cifras de homicidios y la incidencia delictiva permaneció al alza.
Existen casos particulares que nos hablan de estos mismos escenarios, como en Colombia, donde el expresidente César Gaviria, a quien le tocó lidiar con la violencia generada por Pablo Escobar, mencionó en su experiencia que la guerra frontal nunca fue ni será la mejor solución para erradicar la inseguridad, sino que deben existir otros mecanismos con cambios de fondo. Varios expertos hablan de la legalización de las drogas o de estrategia, pero la realidad es que nunca nadie se preocupó por atender de raíz el problema.
Para citar un caso de éxito me remontó nuevamente en Medellín, Colombia, en donde se implementaron programas de prevención e inclusión social promoviendo en las zonas conflictivas el arte, la cultura, parques públicos, creando un fácil acceso y oportunidades para toda la ciudadanía. Gracias a ello, hoy Medellín es ejemplo regional de que sí se puede transitar de un estado de inseguridad a uno de estabilidad social.
Es ahí donde radica la importancia de conocer la historia, para aprender de otros casos prácticos y mejorar aquellas áreas de oportunidad. Resulta impensable imaginar que podrás obtener resultados diferentes haciendo lo mismo una y otra vez; justo, ésa fue la manera de pensar y la estrategia de seguridad de los gobiernos neoliberales en México.
Hoy, con el nuevo modelo en nuestro país, mejor conocido como humanismo mexicano, se propuso un esquema de atender a las causas de fondo y de raíz el problema social; fue una realidad que en todo el mundo el modelo neoliberal causó una desintegración social y promovió que quienes no tuvieran acceso a oportunidades se inclinaran a las conductas antisociales.
En el modelo humanista se promueve gozar de esos derechos de manera universal: a la educación, a la salud, a la vivienda, al trabajo bien remunerado, a las artes, cultura, al humanismo, a través de becas, programas sociales a los menos favorecidos, apoyos para aprender algún oficio de trabajo, etc. El resultado ha sido que se ha reducido la incidencia delictiva de manera gradual en varios aspectos, no al contrario como en el pasado, que ha sido siempre en incremento.
Pero hablemos de otro caso más reciente, práctico y digno de análisis, como lo es el programa PILARES, que implementó la Dra. Claudia Sheinbaum en CDMX como jefa de Gobierno. En el mismo se echaron a andar 294 centros comunitarios en las zonas más vulnerables para ofrecer arte, cultura, deporte, talleres de oficio, salud, computación, todo de fácil acceso y a la mano de los niños, jóvenes, amas de casa, adultos mayores, personas con discapacidad, que todos tengan la oportunidad y el derecho a superarse o simplemente de integrarse a un núcleo social saludable y armonioso.
El resultado fue que se lograron reducir en más del 60% los delitos de alto impacto y los homicidios en 52% gracias a este programa y a otras estrategias de coordinación e inteligencia.
Sin embargo, lo importante es que se cambió la estrategia del pasado y se enfocó en las causas, en la raíz y que fue reconocido por la UNESCO por su contribución a generar igualdad y la promoción de los derechos humanos.
Es importante destacar que, en Baja California, la gobernadora Marina del Pilar Avila Olmeda ha anunciado recientemente la implementación del programa PILARES en el Estado. Este acontecimiento es trascendental, pues marca la primera vez en la historia de nuestra región que se aborda de manera directa la herencia violenta dejada por gobiernos anteriores.
Dicha estrategia refleja un enfoque humano y sensible hacia las causas más nobles del pueblo cachanilla, que durante años anhelaba una atención como esta. Se facilitará el acceso a oportunidades básicas y fundamentales; aunque algunas personas privilegiadas puedan criticar, para la mayoría del pueblo esto representa recibir del gobierno la atención que urgentemente necesitan. Se fomentarán áreas como el deporte, las artes y oficios, ofreciendo un fácil acceso para las familias en las zonas más necesitadas.
Con ello se anticipa una reducción en los índices delictivos y por supuesto una armonía social que fortalece el tejido social, que eleva la calidad de vida y que se reconoce como una política pública de bienestar.
Sin duda, esto refleja la atención prioritaria a los de abajo, tal y como menciona el lema de la cuarta transformación, que por el bien de todos primero los pobres. Los que prefieran el modelo del pasado con los resultados que ya conocemos que sigan por ese rumbo, y quienes ya han demostrado que atendiendo las causas de origen con políticas sociales y humanas que sigan por el otro, la última palabra la tiene siempre el soberano, el pueblo.
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