Por: Tomas Sibaja / Presidente Cluster Aeroespacial de Baja California
¿Alguna vez hemos reflexionado sobre el tiempo que tarda en construirse una catedral?
Desde mediados del siglo XII, en las poblaciones urbanas alrededor de París, comenzaron a reformarse antiguos templos cristianos, lo que posteriormente dio paso a la construcción de catedrales.
La construcción de Notre Dame de París, en Francia, tomó casi dos siglos, desde 1163 hasta 1345. En la ciudad alemana de Colonia, la magnífica catedral gótica se comenzó a edificar en 1248, pero sus icónicas torres gemelas no se completaron hasta el siglo XIX, más de 600 años después.
La construcción del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, en Barcelona, comenzó en 1882 y, hasta la fecha, lleva 142 años en obra. Actualmente se encuentra en su fase final, con una conclusión prevista entre 2030 y 2032.
¿Qué nos dice esto sobre quienes estuvieron detrás de estas magníficas construcciones? Eran personas que, desde los primeros trazos, dibujos y cimientos, sabían que nunca verían su obra terminada. Y aun así, se embarcaron en esa odisea sin esperar reconocimiento alguno. No vivirían para ello de todas maneras.
Así, las siguientes generaciones continuaron la labor, cada una aportando su parte y dando forma, de manera gradual, a las etapas que transformaron estas construcciones en grandes obras maestras universales. La actitud de enfrentar el desafío de no ver la catedral terminada en todo su esplendor dice mucho sobre una mentalidad excepcional: un deseo de trascender a través de acciones que reflejan la excelencia de la continuidad compartida.
En este sentido, la continuidad compartida se asemeja al sector aeroespacial. La construcción de aviones ha requerido años de planificación, seguidos de extensos análisis operacionales, múltiples procesos de aprobación y rigurosas pruebas de vuelo. Estas estructuras han pasado por las manos de innumerables personas que, conscientes de ser un eslabón crítico en el proceso, han asumido su labor con la certeza de que su contribución forma parte de un esfuerzo colectivo que trasciende generaciones.
Aun cuando los tiempos no se asemejan a la construcción de una catedral, si podemos inferir que la gran labor de todos los que trabajan en el sector aeroespacial en cualquier parte del mundo, saben que su contribución en cualquier frente de batalla donde esté, es crucial e importante.
Desde su involucramiento en la vinculación educativa, el desarrollo de los proveedores requeridos, las condiciones cambiantes de un mundo globalizado, y la competencia de más actores, hacen de este sector, un conjunto de agregados con una verdadera mente catedral.
Sólo como referencia, el Boeing Jumbo 747 hizo su primer vuelo el 9 de febrero de 1969. Esta catedral aérea lleva 55 años volando, y ha sido considerado el avión comercial más exitoso de todos los tiempos.
Así como las magníficas catedrales, todos estos magníficos aviones que surcan los cielos, son resultado de muchas manos sin rostro que lo entregaron todo por el amor a un trabajo bien hecho que aún perdura.
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