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Los centros comerciales

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Por: José Galicot Behar / Empresario, educador y filántropo

Una década atrás, era costumbre de los tijuanenses acudir a San Diego y zonas aledañas, para hacer sus compras, gastando, en conjunto, más de 6 mil millones de dólares al año.

Pero dado que la pandemia impidió que los tijuanenses cruzaran la línea, a pesar de tener pasaporte, coincidencialmente un grupo de empresarios construyeron centros comerciales en Tijuana que apelaban a la sofisticación y gustos de los fronterizos.

Así nacieron Península, Alameda, Paseo del Parque y Landmark (en diferentes secuencias de tiempo, pero en los últimos 3 años), reduciendo la necesidad de consumo de los tijuanenses en los centros comerciales de San Diego, que además están siendo impactados por el cambio de costumbre de compra del consumidor americano y mexicano, que adquiere buena parte de sus productos en línea, y que además están sometidos a una nueva plaga: los homeless.

¿Se han dado cuenta que le es caro y difícil a los comercios detenerlos y seguir un juicio? Por lo tanto, están robando sin ser detenidos a diestra y siniestra, sin vergüenza y sin angustia, simplemente con cachaza, para mortificación de los dueños y empleados que se encuentran impotentes ante este fenómeno.

Con los comentarios arriba explicados y la pérdida del mercado mexicano, los centros comerciales americanos añoran the good old times, pero no han sabido reaccionar a las nuevas variables.

El centro comercial Plaza Río, que tiene excelente ubicación, dejó envejecer sus espacios sin darles “una manita de gato”.

Sus establecimientos no se modernizaron ni llegaron las nuevas marcas que estaban haciendo solicitadas por los clientes, a lo que respondió Plaza Península, que, aunque no tiene la mejor localización, demostró que la marca es una forma del viejo adagio empresarial: para tener éxito se necesitan tres cosas: location, ubicación, location. Y se demostró que marca es ubicación.

Plaza Río respondió con nueva decoración interior y deberá responder también con nuevas ideas de promoción y publicidad para mantener su supremacía, quizás atrayendo nuevas etiquetas y mejorando escaparates.

Macro Plaza atiende a un mercado creciente del Este de la ciudad que sufre los problemas de distancia y de tráfico. Su nicho de mercado está atendido con propiedad. Plaza Galerías, que está ubicada en un área congestionada para llegar (en días de futbol), ha tenido éxito en un grupo elitista y están ampliando su estacionamiento, que es insuficiente para los miles de fans que le vamos a los Xolos.

Plaza Península deberá continuar buscando actividades y promociones que mantengan su clientela creciente.

Landmark es un concepto moderno equidistante (que se encuentra ubicado donde estaban las pinturas Calette) entre las plazas mencionadas y que trae ideas nuevas de buen nivel.

Deben saber y recordar que el cliente tijuanense no es cautivo y sí es sabedor y sofisticado. Tiene poder de compra y paladar de gourmet.

Las plazas comerciales de Tijuana deben recordar que el cliente es rey y que hay que tratarlo sin arrogancias, con esmero y cuidado, para conservarlo y atraerlo en este mundo cambiante sofisticado que requiere mantenimiento.

Por ello, les deseamos la mejor de las suertes y que tengan la habilidad de darnos nuevos productos competitivos con precio y calidad.

No repitamos las fallas del comercio de San Diego que languidecen. Ojalá y los 6 mil millones de dólares se queden en casa.

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