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Las presiones fiscales y extrafiscales del empresario formal

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Por: Roberto Quijano Luna /Abogado. Académico. Autor

Vivimos en tiempos de gobiernos cuyas capacidades financieras se ven cada vez más limitadas. Recortes al gasto público, incrementos a impuestos y deuda pública, inspecciones por todas partes. Simultáneamente, el gobierno se está quedando sin recursos y los existentes son mal administrados. Frente a ese panorama, uno se pregunta en qué condiciones se encontrará el sector público en unos años. ¿De dónde provendrán estos recursos?

zsz>zxczsvsEn Baja California, si un sector de la población ha sido objeto de estos arranques recaudatorios  ha sido el empresario en la formalidad. Subió el salario mínimo más de 300% ($88.36 a $419.88 pesos) en seis años; incrementó el impuesto sobre nómina (ISRTP) del 3.0% al 4.25%, por mencionar uno de muchos impuestos más que pagan periódicamente; recibe inspecciones amenazantes por numerosas dependencias. Todas estas medidas para aumentar la recaudación pública y cumplir con compromisos de campaña con sus clientelas electorales.

 

El creciente ahogamiento del empresario formal por parte del gobierno no ha terminado de mermar su capacidad para generar ingresos. Es un milagro que decidan seguir haciendo negocios en la región con tanta adversidad a la vista. Si fuera por el gobierno, llevarían las presiones fiscales y extrafiscales lo más que puedan para extraer mayores recursos al empresariado. Sin embargo, saben que pueden cruzar un punto de no retorno donde terminen de perjudicar fatalmente la actividad económica formal.

 

Debemos preguntarnos si dotar al gobierno de mayores recursos para los fines que considere necesario, es razón suficiente para hacerle la vida imposible al empresario formal, quien ofrece bienes, servicios y empleos al público general. Quizá podríamos estar de acuerdo con estas medidas si se vieran reflejados en mejores servicios e infraestructura pública Cosa que no ocurre o al ritmo que necesitamos. Por lo tanto, el gobierno ve al sector privado formal como su vaca gorda a la cual ordeñar recursos ad infinitum. 

 

Por otra parte, el gobierno omite compartir parte de la creciente carga fiscal con otros sectores de la población. Traer a más personas a la economía formal donde tendrán que pagar impuestos. Combatir la evasión de impuestos mediante “esquemas y estrategias” fiscales y facturas apócrifas. Por mencionar algunas medidas. 

 

El empresariado formal dejó de dar la lucha desde hace tiempo. Si bien persisten esfuerzos valiosos desde la sociedad civil organizada para representar y avanzar los intereses empresariales, distan de ser la oposición que fueron en su momento. Los gobiernos en turno los pueden vilipendiar frente a la opinión pública y extorsionar con todo el aparato estatal, porque saben que no harán nada al respecto. Ya ni siquiera tienen capacidad de organizarse políticamente para empujar candidaturas y proyectos.

 

Las crecientes presiones fiscales y extrafiscales evidencian el éxito de la estrategia gubernamental y la sumisión del empresario formal. Hasta la fecha no se han planteado escenarios alternativos, así que podemos esperar que prosiga este proceso de ordeño con fines recaudatorios. El empresario formal más allá de seguir ofreciendo bienes, servicios y empleos al público, debe plantearse si es sostenible para sus modelos de negocios seguir tolerando estas embestidas gubernamentales. Quizá finalmente despierte de su permanente estado de somnolencia y apatía para comenzar a luchar por sus intereses. Nadie más lo hará por ellos.

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