Nadie sabe el fondo de la olla, sino el que mueve el cucharón.
La relación de la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar con el presidente López Obrador es estratégica para el futuro de los bajacalifornianos.
Nuestro estado es uno de los más importantes de México, que se considera a sí mismo como respuesta a los problemas de miles de mexicanos que nos llegan de todas partes del país.
Se asume como superior a los demás estados al asumir una dimensión distinta del tiempo y del espacio, por lo que el punto de interés se centra en la coyuntura económica y política, pero con dos visiones: una de muy largo aliento, y la nuestra centrada en la practicidad.
No hay mal que no tenga su peor, nadie sabe si el presidente López ya tiene en su carpeta datos claros sobre éstas y otras circunstancias, para acordar políticas de cara al competidor estratégico más importante del comercio fronterizo.
Con los vecinos del norte es indispensable tomar en cuenta su visión competitiva basada en el conocimiento de la condición de nuestros empresarios locales y disposiciones federales, que sólo a los gringos benefician, al tiempo que afectan la actividad económica de la frontera.
Luego del descuido que se dejó la relación con Felipe Calderón y Peña Nieto para establecer la Zona Económica Estratégica y que el cruce fronterizo en ambas direcciones se ha entorpecido por ambos países, las gallinas de arriba siguen ensuciando a las de abajo.
Nadie sabe el fondo de la olla, sino el que mueve el cucharón, por lo mismo, no podemos cejar en nuestro afán de coordinación eficiente, de donde el incremento y alcance, la relación de la gobernadora y el presidente López Obrador es un objetivo, para no dejar de ver que al fin de cuentas vivimos una guerra comercial con el competidor estratégico más importante de los comerciantes fronterizos.
Y ¿usted cómo la ve? Ahí, se la dejamos.
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