Por: Wendy Plascencia
Los líderes corporativos ahora deben navegar por un panorama en el que los consumidores, los accionistas y los inversionistas activistas ponen la buena ciudadanía corporativa a la par con la provisión de excelentes productos y servicios. El talento calificado es cada vez más difícil de reclutar y retener. En medio del desorden en las redes sociales, cada vez es más difícil controlar la imagen de la marca. Y las empresas están buscando nuevas formas de estimular el pensamiento innovador y atraer una fuerza laboral diversa.
¿Qué pasa si, para ayudar a abordar estos problemas, las empresas destinan parte de ese dinero recién descubierto a algo menos convencional, pero efectivo? ¿Y si invirtieran en las artes?
Es cierto que poner dinero en las artes puede no proporcionar el retorno de la inversión directa y medible para una empresa que, por ejemplo, patrocinar un partido de fútbol podría hacerlo. Pero la evidencia muestra que la inversión en arte brinda ventajas sólidas tanto para el negocio en sí como para la comunidad en la que viven y trabajan la empresa y sus empleados.
Invertir en programas de arte y artistas locales contribuye al bienestar y la cultura de la comunidad en general, lo que la convierte en un lugar más atractivo para trabajar.
Con la competencia por el talento calificado tan intensa, es importante que los empleadores creen experiencias únicas para los trabajadores. Brindar acceso gratuito a los museos a los empleados y sus familias es una ventaja que puede ayudar a las empresas a diferenciarse. Del mismo modo, invertir en una colección de arte corporativo, una que se muestre en toda la oficina y no solo en el vestíbulo principal, también ayuda a que una empresa se destaque, al mismo tiempo que estimulan la creatividad y la innovación.
“Las colecciones de arte corporativas se han convertido cada vez más en una moneda cultural global, que ayuda a darse cuenta y superar las diferencias y a relacionarse con los antecedentes culturales, el lenguaje simbólico y las filosofías”, dice Kuklinski de AXA.
Los artistas y su obra pueden ayudar a dar sentido al complejo período en el que vivimos, y proponer nuevas formas de pensar. Apoyar el arte y los artistas agrega una dimensión a la vida pública y de los empleados, y esa filantropía, a su vez, puede mejorar la imagen de una empresa y sus resultados.
Defender las artes no es solo una caridad para sentirse bien, sino una estrategia sostenible empresarial.
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