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El arte de ser mamá sin dejar de soñar

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Estas cuatro voces nos enseñan que cuando una mujer se abraza a sí misma, reconoce su poder y se apoya en otras, todo se vuelve posible, lo que las convierte en mujeres que inspiran por su autenticidad, su visión y su entrega diaria.

En un mundo donde los modelos de éxito femenino evolucionan favorablemente ante paradigmas sistémicos, existen mujeres que logran equilibrar con elegancia y determinación dos de los roles más demandantes y poderosos: el de madres y el de empresarias. 

Con motivo del Día de las Madres, CAMPESTRE reunió a cuatro figuras destacadas de Baja California para rendir homenaje a quienes, desde el núcleo familiar, construyen también caminos de liderazgo empresarial y comunitario. 

Este encuentro, además de celebrar la maternidad, es una oda a la capacidad de estas mujeres para convertir sus valores familiares en la base de negocios sólidos, creativos y con impacto.

Diana Ruvalcaba, Dilia Ávila, Yaritza García y Fernanda Cisneros de Brown comparten una misma esencia: la certeza de que no hay éxito profesional si no parte primero del amor, la estructura y la constancia que se siembra en casa. 

Ya sea desde los medios de comunicación, el sector inmobiliario, el deporte de alto rendimiento o la sanación integral, cada una de ellas ha encontrado en su faceta de madre una fuente inagotable de propósito, disciplina y sensibilidad. 

En las siguientes páginas las conoceremos más de cerca. 

Y lo mejor de todo es que no son gurús ¡ni influencers de frases hechas! Son mujeres reales, que lloran, corren, emprenden, se equivocan, ríen, se reinventan y facturan. 

Por lo pronto, aquí nos comparten sus claves, sus luces y también sus sombras. Porque al final, lo más valioso no es tener todo bajo control, sino saberse capaz de empezar una y otra vez. Y en eso, ellas son maestras.

 

Yaritza García… correr con fe, amar con fuerza, vivir con propósito

Para Yaritza García, el deporte va más allá de ser una disciplina, y se ha convertido en un salvavidas. 

Madre de tres hijos, esposa, empresaria y embajadora de Lululemon en Tijuana, su historia es un testimonio de cómo la fe, el movimiento y la comunidad pueden convertirse en la forma más saludable de llevar el día a día.

“El deporte me salvó la vida… así, tal cual”, confiesa con la sonrisa honesta que la caracteriza.

Porque ella no únicamente corre maratones ni completa triatlones de alto rendimiento como el Ironman, también corre por causas, por niñas, por bebés, por sueños… y por propósito.

Ha corrido el Maratón de Chicago y el de Nueva York a beneficio de la fundación Bebés Milagro, y hoy participa en una carrera con causa por Pablito, un niño con una condición médica delicada. 

Al conversar con ella, concordamos en que si algo tiene claro, es que el deporte tiene más sentido cuando se comparte desde el corazón.

En ese pensar, su vida se rige bajo conceptos que para ella son infalibles, al poner en práctica el amor, la lealtad, la certeza y la estructura. Son su brújula emocional, su base como madre y como mujer que lidera con el ejemplo. 

“No somos la familia perfecta, pero vamos paso a paso, contentos, juntos”, dice sobre su hogar, donde se comparte el amor, la fe católica, la educación con valores y hasta las misiones sociales.

Comenzó su camino como bailarina, lo que le dio la base de disciplina que hoy aplica en su academia para niñas. Desde hace tres años, siembra en ellas lo que considera su mayor semilla: la constancia y el amor por lo que hacen. 

Y con voz emocionada, no duda en señalar que su familia es su centro, pero también su plataforma para volar.

¿Su consejo para otras mujeres? Es directo y poderoso: “Siempre hay una oportunidad para volver a empezar. Todos los días puedes aventarte, que no pasa nada. Si un día no se logra, con constancia y de la mano de Dios, los sueños se alcanzan”. 

Yaritza lo sabe bien, el equilibrio no es perfecto, pero sí posible. Y cuando se corre con amor, el camino, aunque largo, siempre vale la pena.

Fernanda Cisneros de Brown, una mujer que cree en los milagros 

Fernanda Cisneros de Brown no se define por un título, sino por una certeza: afirma que vino al mundo a despertar luz. 

Comunicóloga de formación y terapeuta holística por vocación, hoy se presenta como “nutrióloga del alma” y “acompañante en procesos de sanación”, aunque su verdadera misión -lo dice sin titubear- es hacer magia. Una magia hecha de fe inquebrantable, creatividad, nobleza, perseverancia… e impecabilidad.

Fundadora del Centro Holístico SanArte, espacio que promueve la sanación desde la raíz, Fernanda ha hecho de su propio camino espiritual una herramienta para guiar a otros. 

No es gurú, pero -confiesa- ha vivido dos experiencias cercanas a la muerte. Y eso cambia todo. Desde entonces, dice que no tiene prisa. 

Ama el deporte aunque no lo practique mucho. “Me voy a poner a hacer”, dice riendo. 

Cree que el alma es el templo y que la maternidad, aunque a veces duela, también transforma. 

“No me considero líder”, afirma, “pero sí creo en formar líderes. No necesito seguidores, necesito que cada mujer despierte su propia medicina”.

A sus 53 años, con hijas adolescentes y una carrera iniciada “a destiempo”, ha aprendido a confiar en lo invisible. 

“SanArte no es sólo un proyecto, es una extensión de mi propósito”. Allí recibe a mujeres que han perdido el rumbo, que están cansadas de psicólogos y diagnósticos, y les recuerda algo esencial: “La magia está en ti.”

Con su mezcla de buen humor, profundidad y energía espiritual, Fernanda rompe moldes, porque no habla desde la perfección, sino desde la conciencia. 

“¿Quieres cambiar tu vida? Échate un clavado al mejor viaje: hacia tu interior. Ahí están tus dones, tu vocación, tu verdad”.

¿Su consejo? Es claro y directo: nunca es tarde. “Si diste pausa a tus sueños, si tienes algo pendiente por vivir, tómalo con valentía. Somos creadoras de vida. ¿Cómo no vamos a ser capaces de todo lo demás?”

Dilia Osuna, entre gratitud, liderazgo y los ladrillos de una nueva oportunidad

La historia de Dilia Osuna no es la de quien construyó sola una empresa, sino la de quien levantó un espacio para creer en segundas oportunidades. 

Hoy es propietaria de RE/MAX Procapital, una de las oficinas más destacadas del país y galardonada a nivel nacional por su desempeño en el sector inmobiliario de Baja California. 

Pero detrás del reconocimiento, hay una mujer marcada por cinco pilares que la definen con fuerza: gratitud, ética, honestidad, unión y actitud.

Licenciada en lo que hoy se llama Negocios Internacionales, Dilia se abrió paso en el mundo profesional desde muy joven. 

Su carrera despegó como representante de relaciones públicas en Grupo Modelo, cuando la firma aún era mexicana. 

Sin embargo, como muchas mujeres, hizo una pausa tras el nacimiento de sus hijos. “Uno nunca está verdaderamente preparada para ser mamá”, dice. 

Y aunque siempre tuvo a su madre como guía, la perdió cuando sus hijos eran aún pequeños, lo que le dejó un hueco emocional profundo, especialmente en esos momentos donde tanto se necesita un consejo materno.

RE/MAX llegó a su vida en un momento de reinvención personal. Motivada por su hijo y con el apoyo de su esposo -a quien invitó después al proyecto como socio-, retomó su pasión por las ventas y convirtió su experiencia en una plataforma para otras mujeres. 

“Muchas de mis amigas estaban igual que yo, listas para regresar al mundo laboral, pero con miedo. Yo solo abrí la puerta”, confiesa. 

Hoy lidera un equipo mayoritariamente femenino, en donde el trabajo, la sororidad y el crecimiento personal van de la mano.

Bajo ese andar, y la concepción que ha creado de liderazgo, para Dilia el verdadero liderazgo no está en mandar, sino en caminar junto a las demás. 

“Yo no soy la jefa, soy parte del equipo. Me gusta estar un escalón abajo, como compañera, como amiga”, asegura. 

Tras escucharla, nos queda claro que su historia es un recordatorio de que nunca es tarde para reconstruirse, ni para invitar a otras a hacerlo contigo, porque cuando el liderazgo se construye con valores, se vuelve una casa donde todas caben.

Diana Ruvalcaba, entre cámaras, causas y el corazón de una madre presente

Desde pequeña, Diana Ruvalcaba supo que lo suyo era comunicar. No por ego, sino por naturaleza. Ser gemela la convirtió, sin querer, en el centro de atención: bailaba, actuaba, improvisaba… y aprendió que compartir escenario también es una forma de construir vínculos. 

Hoy, esa energía la canaliza como directora general de SIC, SIC Productions y Al Aire BC, donde mezcla estrategia, sensibilidad y visión con un firme propósito de contar historias que transforman.

Diana nos confiesa que se rige por cinco palabras que no son discurso, sino práctica diaria: constancia, valores, trabajo, pasión y emoción. 

Nos cuenta que creció en una familia conservadora, donde la generosidad no era nada más un valor, sino que ésta se ejercía. 

En casa de sus bisabuelos, armar tortas para repartir a quienes lo necesitaban era un acto cotidiano que sembró en ella la empatía social que hoy se refleja en cada proyecto que emprende. 

“Te das cuenta de que no todos nacimos en el mismo tipo de mundo, y que desde ahí ya hay una responsabilidad”, confiesa.

La maternidad, narra, le llegó joven, y con ella, el vértigo. Mientras sus amigas seguían explorando la vida, ella se dedicó de lleno a sus hijas. 

Se enfocó tanto que, por momentos, se olvidó de sí misma. 

“Perdí mi esencia. Tuve que reencontrarme con el tiempo, volver a preguntarme qué me gustaba, quién era yo sin el rol de mamá”. 

En ese proceso entendió algo que hoy comparte con otras mujeres:  “Nada vale más que tu propio sueño. No lo postergues por nadie. Porque un día, incluso esa persona por la que te detuviste… no entenderá por qué lo hiciste.”

Diana no romantiza el liderazgo, lo ejerce con conciencia, porque sabe que influir en otros también es exponerse, y que ser brújula para quienes están perdidos es una responsabilidad grande, a la que no le huye. 

Al final, e ir fluyendo este encuentro, estuvimos de acuerdo en que la de Diana es la historia de una mujer presente, esa misma que sabe estar con sus hijas, familia, amigas, su equipo y, ante todo, con ella misma, lo que la pone en una posición real y auténtica para cambiar el mundo de quienes están a su alrededor.

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