Carlos Zepeda es un joven nutriólogo de 27 años que ha dedicado su carrera a mejorar la calidad de vida de las personas a través del enfoque consciente y realista de la alimentación, lejos de complicaciones o alimentos inusuales.
Para él, la nutrición debe ser una extensión de la gastronomía, algo que no solamente alimente, sino que también nutra el espíritu y el paladar.
En una plática con CAMPESTRE, comparte que su misión es clara: enseñar a sus pacientes que la salud no tiene que estar peleada con el placer de comer, y que nuestros platillos favoritos pueden formar parte de un estilo de vida saludable.
¿Cuál ha sido la mejor experiencia en tu trayectoria profesional?
“Ver cómo mejora la salud de las personas. A veces, con cosas muy sencillas, pequeños cambios en el estilo de vida, como hacer ejercicio físico —el que más le guste a la persona— y alimentarse de manera saludable, balanceada y equilibrada, acompañado de apoyo multidisciplinario. Uno de los grandes retos que he enfrentado ha sido el control de enfermedades muy comunes en México, como la diabetes tipo 2 y la hipertensión, que es otra ‘enfermedad silenciosa’. Ha sido un gran reto, pero también una enorme satisfacción ayudar a las personas a mejorar su salud y calidad de vida, sobre todo a aquellos que han padecido estas enfermedades por años”.
El egresado de la Universidad Autónoma de Durango, enfatiza que su pasión por mejorar la salud pública no es un objetivo de reciente aparición, sino que viene de años de observar cómo, a pesar de los avances en ciencia y medicina, muchos de sus contemporáneos siguen atrapados en patrones alimentarios desbalanceados y poco nutritivos.
¿Cuál es el sueño que tienes en este momento?
“Es el de no precisamente tener más pacientes en el consultorio. Normalmente se asocia el número de pacientes con mayores ingresos, y aunque eventualmente eso llega, mi principal objetivo es que las personas puedan aprender algo de mí, de lo que representa el nutriólogo Carlos Zepeda. Que puedan adoptar cosas sencillas y básicas, como cambios en su estilo de vida, de manera simple, sin drama ni complicaciones. Quiero que la gente aprenda lo fundamental sobre nutrición para mejorar su calidad de vida”.
Más allá de números en la báscula
Carlos nos constata que tiene claro que la nutrición va mucho más allá de contar calorías o perder peso.
En su consulta, refiere, la atención está en la calidad de vida y el bienestar, ya que la nutrición debería ser una herramienta para disfrutar la vida, no una carga.
Lo que busca es enseñar que el acto de comer es un ritual que merece ser disfrutado y que puede ser equilibrado sin caer en restricciones excesivas.
Bajo ese panorama, enaltece que cada recomendación que hace es personalizada, adaptándose a los gustos, las rutinas y las metas de sus pacientes. “No se trata de decir ‘no’ a ciertos alimentos. Se trata de aprender a consumirlos de manera inteligente y disfrutarlos en su justa medida”, afirma.
“Mi generación, los que estamos entre los 20 y los 30 años, es una piedra angular, un pilar importante para iniciar cambios significativos en la cultura y la sociedad de México. Si lo especificamos un poco más, diría que es especialmente en la salud pública donde debemos enfocar estos cambios. Esto incluye el control de enfermedades, obesidad, sobrepeso, una buena alimentación, ejercicio, y todo lo que trato de promover con mi perfil.
“Nos tocó estar en medio de una transición. Si hablo desde mi experiencia, recuerdo la manera en que mis padres, en su época, no tenían tanto conocimiento sobre la alimentación, se basaban en lo que conocían. ¿Y qué era eso? Pues una mezcla de todos los carbohidratos en un solo plato: arroz, frijoles, tortilla de harina, papa, y bistec, todos los mismos macronutrientes en una sola comida. Además, el estilo de vida era sedentario, y se escuchaban dichos como ‘de algo nos hemos de morir’, o ‘tú come y sé feliz’.
“También estaba la típica premiación: ‘Si te portas bien, te compro esa pizza o esa hamburguesa’. Éste es un patrón de conducta que se ha repetido por décadas. Hoy en día, uno de los mandatos o deberes que me impuse es justamente trabajar para cambiar esto. Tratar de demostrar que sí se pueden hacer cambios positivos en la salud pública, comenzando con la información”.
Enseñando la sencillez de la vida saludable
Con cinco palabras – leal, honesto, trabajador, auténtico y apasionado – define su práctica profesional. Estos valores son los que, refiere, guían su práctica y la razón por la que sus pacientes confían en él.
Entiende que el proceso de cambio de hábitos puede ser demandante para algunos. y consciente de esta realidad, busca desmitificar el proceso y hacer que la gente se sienta cómoda adoptando un estilo de vida saludable, al ritmo que mejor se adapte a ellos.
Por eso, y lejos de abrumar a sus pacientes con reglas estrictas o dietas complicadas, comparte que plantea una serie de cambios pequeños, con la convicción de que estos serán más sostenibles en el tiempo.
Su método consiste en guiar a la gente hacia una vida más activa y llena de energía sin que esto signifique sacrificar lo que les gusta. Para él, la clave es la consistencia, y la manera de lograrlo es haciendo que el proceso sea lo más placentero y accesible posible.
Entre platos y pasiones
Carlos defiende la idea de que la nutrición y la gastronomía son disciplinas que deberían complementarse. Lejos de imponer prohibiciones o restricciones rígidas, cree en la importancia de disfrutar la comida, de reconocer el valor cultural de cada plato y, sobre todo, de encontrar formas de equilibrar los sabores sin descuidar la salud.
“Podemos disfrutar de los sabores que amamos y cuidar nuestra salud al mismo tiempo», asegura. Para él, el placer de comer bien no está peleado con la responsabilidad de nutrirse adecuadamente.
Al igual, nos deja ver la faceta que complementan su día a día y que es la práctica del deporte y el goce de la música, siendo admirador del fisicoculturismo, por la inmensa dedicación y fuerza de voluntad que demanda.
Aunque no compite, señala que encuentra en los atletas de este deporte un ejemplo de constancia y determinación, al simbolizar la capacidad de transformar el cuerpo a través de disciplina y sacrificio, cualidades que considera esenciales en cualquier ámbito de la vida.
Además, su pasión no se limita a la nutrición y el deporte; Carlos disfruta del arte en todas sus expresiones. Se dice amante de la música clásica, el jazz y el rock, géneros que reflejan su aprecio por la creatividad y la emoción.
Entre sus bandas favoritas destacan Linkin Park y Caifanes, dos grupos que, aunque diferentes, han marcado momentos significativos en su vida. Su gusto por el smooth jazz, nos cuenta, también le ha enseñado el valor de la mezcla y la versatilidad, principios que lleva a su carrera y que forman parte de su visión integral de la salud y el bienestar.
Y tras conocer un poco más de aquello que le da combustible para el día a día en sus actividades, Carlos nos brinda una frase que no debemos olvidar.
“Quiero que la gente sepa que cuidarse no tiene que ser difícil, que no hay que renunciar al sabor o a la tradición. Todo se puede hacer con equilibrio”.
Para él, cada paciente representa una oportunidad de generar un cambio positivo, una semilla de conciencia que florece en cada consulta.
Su misión es sencilla pero profunda: demostrar que una vida saludable es posible para todos, sin importar la edad o el estilo de vida.
Finalmente, aconseja que los cambios en el estilo de vida se logran paso a paso, no de la noche a la mañana.
“Muchas veces nos imponemos metas irreales, y eso conduce a la frustración, que a su vez dificulta alcanzar los objetivos. Si comenzamos, nuevamente, paso a paso y con metas alcanzables, dentro de una alimentación saludable y el ejercicio físico que más nos guste, es posible lograr cambios positivos en nuestra salud y estilo de vida, siempre con la intención de mejorar nuestra calidad de vida”, concluye.
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