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Binacionalidad y crecimiento: La colaboración vital en la frontera México-EE.UU

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Por: David Figueroa / Presidente de Grupo Bolt

La frontera entre Baja California y California es una de las zonas más dinámicas y estratégicas del continente. Quienes habitamos en ella, sabemos que en ningún otro lugar se vive de manera tan palpable la conexión entre dos naciones como en Tijuana y San Diego. 

Lo que podría haber sido una barrera es, en cambio, un puente hacia la colaboración y el crecimiento, porque a través de un esfuerzo binacional continuo, hemos logrado construir una región donde las economías de ambos países convergen para impulsar la innovación y el desarrollo.

Y traigo este tema a colación, justo porque en días pasados tuve el honor de formar parte de una delegación binacional en la Ciudad de México, esfuerzo organizado por la Cámara Regional de Comercio de San Diego bajo el liderazgo de su presidente, Jerry Sanders. 

Más de cien líderes, entre ellos los alcaldes de Tijuana y San Diego, Ismael Burgueño y Todd Gloria, junto a destacados representantes empresariales como Roberto Vega, presidente de Coparmex Tijuana, y Carlos Jaramillo, presidente del Consejo Coordinador Empresarial de Tijuana, nos reunimos para discutir temas de la región.

Esta participación reafirmó la voluntad del sector empresarial de contribuir activamente al desarrollo de políticas que promuevan el crecimiento económico y solidifiquen la colaboración con las autoridades estadounidenses. 

Durante horas, abordamos cuestiones críticas como la eficiencia en los cruces fronterizos, mejoras en la infraestructura, políticas de energía y el fortalecimiento del comercio. Todo esto en un contexto donde las relaciones entre México y Estados Unidos son más importantes que nunca.

Y precisamente uno de los aspectos más relevantes de esta colaboración es el impulso al intercambio económico, donde la región Cali-Baja es un núcleo de actividad comercial que impacta a todo el continente. 

Los cientos de millones de dólares que pasan por esta frontera anualmente representan una muestra del poder económico de nuestra región y la influencia que tiene en ambos países. 

Pero no todo se reduce a números, esto va más allá de simples cifras y se solidifica en lo cualitativo, al ser una relación que influye en la vida de miles de personas que cruzan diariamente en busca de mejores oportunidades.

Por eso, durante nuestra estancia en la CDMX, sostuvimos un diálogo productivo con senadores de la Comisión de Asuntos Exteriores para América del Norte, donde se discutieron los desafíos y logros relacionados con el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). 

Este tratado trasciende de ser una simple herramienta comercial y se convierte en la base que permite la interdependencia de nuestras economías y proporciona estabilidad para las empresas que operan en ambas naciones. 

El encuentro también incluyó la revisión de temas prioritarios que afectan a la región fronteriza, como la facilitación del comercio, la optimización de los puertos de entrada y la mejora de la infraestructura hídrica.

Otro tópico primordial que abordamos, fue la sostenibilidad, siendo éste de los grandes desafíos que enfrentamos. Al ser parte de una región donde los recursos naturales son limitados, la gestión responsable del agua y la inversión en infraestructura hídrica son esenciales. 

Así, las iniciativas conjuntas para mejorar el acceso al agua en Baja California y asegurar su suministro en California muestran un compromiso compartido para el bienestar de nuestras comunidades y el desarrollo industrial. 

La hermandad entre Tijuana y San Diego, entre Baja California y California, es un modelo de cooperación que otros deberían seguir. No es simplemente una relación de vecindad, sino una interdependencia que se refleja en nuestros valores, desafíos y metas compartidas.

Por lo pronto, a través de esta colaboración, nuestra región se convierte en un ejemplo de cómo dos culturas pueden trabajar juntas para crear algo único y beneficioso en ambos lados de la frontera.

Al final, éste es un espacio de unión, donde las diferencias se convierten en fortalezas y donde cada proyecto compartido es un paso hacia un futuro de prosperidad y crecimiento. 

Californias —del norte y del sur—, unidos en esta misión compartida, seguimos demostrando que juntos somos más fuertes y que el potencial de la región Cali-Baja es inigualable.

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