Siendo un apasionado de la educación, el maestro Anzar Vázquez emprendió un proyecto para ayudar a más jóvenes en busca de sus sueños.
“A las personas extraordinarias les ocurren cosas extraordinarias”, es una frase que se ha convertido en una fiel acompañante del ingeniero y catedrático Adrián Anzar Vázquez, director del Colegio Abraham Castellanos Tijuana y creador de la Fundación Avanzar, quien rememora con CAMPESTRE parte de sus inicios en el mundo de la docencia, así como la importancia de la educación para tener una mejor sociedad.
El también maestro en Administración Pública recordó la década de los años ochenta cuando arribó a Tijuana, procedente de Ensenada, para vivir con su familia en una colonia arropada desde ese entonces por la marginación y la descomposición del tejido social, como lo es Camino Verde.
Sin embargo, su ímpetu, y las ganas de salir adelante, convirtieron al maestro Anzar Vázquez, entonces un niño que jugaba fútbol con sus amigos, en un prometedor estudiante que se interesaba en hacer cosas distintas, gracias a que tenía claro que “nunca hay que dejar de tener sueños y siempre vivirlos”.
Así, y al paso de los años ingresar al Tecnológico de Tijuana, donde se recibió como Ingeniero en electrónica, comenzó a dar clases de manera fortuita, situación que lo llevaría a las aulas en escuelas públicas de la ciudad, en donde -destaca- conoció de primera mano las falencias de decenas de alumnos y cómo se abrían paso entre la vulnerabilidad.
Y por ello, por el gusto de adquirir un liderazgo y ser un factor dentro de una sociedad ávida de maestros comprometidos con los estudiantes, para que a la postre se proyecten hacia nuevos horizontes, fue que decidió tejer cadenas de cambios, con la idea de que su accionar fuera replicado y así ir entablando una comunidad más cohesionada en el desarrollo.
Siendo un apasionado de la educación, el maestro Anzar Vázquez emprendió un proyecto que lo haría ayudar a más jóvenes, tras concebir el Colegio Abraham Castellanos, institución que, durante los últimos 15 años ha apoyado con infinidad de becas a alumnos que enfrentan dificultades pero que no cesan en su intento por llegar a ser ciudadanos de éxito.
Siendo un entusiasta protagonista de la vida pública de Baja California y un miembro de la comunidad shriner, no duda en señalar que las satisfacciones que deja la docencia y el buen trabajo con los jóvenes, es verlos realizados en sus sueños y que estos lo recuerdan con aprecio al paso del tiempo.
En ese tenor, hay una cuestión que considera fundamental, y que es la de “marcar un legado”, enfatizando que siempre hay que tener empatía con los estudiantes, conocer su contexto, y llevarlos hacia un punto en el que se les inculque el gusto por la filosofía, ser más analíticos con los números y tener una mejor base de educación cívica, tres ejes que, resalta, serían la utopía perfecta dentro de los planes de estudios de toda escuela y forjarán un cambio en nuestra entidad.
Asimismo, resalta el trabajo de la fundación que preside, la cual ha marcado un precedente en la Zona Este de la ciudad, al entablar cientos de donaciones de terrenos a familias que no están en condiciones económicas de adquirir uno.
Finalmente, y derivado de todo este trabajo en pro de los sectores vulnerables, el maestro Anzar agradeció a todo su equipo y allegados, por siempre compartir sus ideales y buscar generar en la juventud un mayor aprendizaje para avanzar hacia los sueños que se tienen.
Y sí, no hay dudas, tal y cómo él lo sentencia… “A las personas extraordinarias les ocurren cosas extraordinarias”.
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