Por: José Galicot
En las calles de Tijuana tocaba un músico, Elías Breeskin, acompañado de su pequeña hija. Ellos venían de Hungría, por lo tanto, su música era europea y clásica. La gente les pagaba para que tocaran en las avenidas de la ciudad.
Un día, don Elías, amante del póker, se reunió con sus amigos y perdió una fortuna que no tenía. Para cubrir la deuda, emitió un cheque que, como era de esperarse, resultó sin fondos. En aquel tiempo, los cheques sin fondos constituían un delito federal, y don Elías terminó pasando algunos años en las Islas Marías.
Olga permaneció en Tijuana durante un tiempo, protegida por unas generosas familias. Eventualmente, se trasladó a la Ciudad de México. Años después, encontré a ambos tocando en el restaurante Czardas de México, deleitándonos con su música gitana, que transmitía, por supuesto, la belleza y la pasión de las danzas húngaras.
Con el tiempo, don Elías falleció, y Olga tuvo una carrera meteórica en la escena mexicana como violinista, destacándose por su talento y belleza física. Este éxito la llevó a integrarse al mundo de la farándula mexicana, con todos sus momentos de gloria y desenfreno.
Sin embargo, con el paso de los años, Olga comenzó a sentir el peso de la vida de excesos y la incomodidad que esta le generaba. En busca de respuestas a sus emociones cambiantes, decidió retirarse a Las Vegas.
Curiosamente, en la llamada «ciudad del pecado», encontró la paz espiritual. Allí se convirtió en una ferviente religiosa y utilizó programas de radio para compartir sus altibajos y mensajes positivos, con la intención de guiar a las nuevas generaciones para evitar los errores que ella había cometido.
Olga, en su búsqueda de descanso espiritual, lo encuentra en una comunicación positiva y masiva, a través de templos, estaciones de radio y televisión.
Aquella pequeña niña tijuanense que conquistó los escenarios de la gran capital ahora es una mujer religiosa que intenta transmitir mensajes de moralidad y reflexión.
Y tú, amigo lector, ¿cómo prefieres recordarla? ¿Como la joven concertista deslumbrante? ¿Tocando con pasión en los bares de México? ¿Actuando en la televisión? ¿O como la predicadora que encontró su propósito en Las Vegas?
Sin duda, fue una estrella en el firmamento artístico de México.
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