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2 de junio, la reivindicación

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Por: Edgar Ortiz Ángel / Coordinador en BC “Que Siga la Democracia” y promotor de la Dra. Claudia Sheinbaum

Este pasado 2 de junio de 2024 se celebraron las elecciones más grandes de la historia de nuestro país, donde el soberano pueblo de México votó por más de 20 mil puestos de elección popular.

Los resultados ya los conocemos: MORENA y su coalición arrasaron de manera contundente en todo, a excepción de Guanajuato, que sigue siendo bastión panista y conservador.

Con esta elección se marcó un hecho histórico, logrando elegir a la primera mujer presidenta de México en 200 años que tiene nuestro país de vida democrática.

Como sabemos, nuestro primer presidente en 1824 fue Guadalupe Victoria, electo no popularmente, sino por el Congreso en turno.

Benito Juárez fue el primer presidente electo por voto popular en 1861. Madero, que logró derrotar al enemigo de la democracia que es la dictadura, sin duda marcó otro hecho histórico en nuestro país en 1911.

Después vinieron episodios de traiciones por la silla presidencial, lo que marcó la Revolución Mexicana. En los 90s, se produjo el fraude con el que entra el sistema neoliberal a México; en 2006, la ratificación del fraude neoliberal y en 2012, la compra sistemática de votos. El 1 de julio de 2018, el pueblo se volcó de manera contundente en las urnas a favor de un proyecto distinto al de los últimos 30 años.

Es de suma importancia enaltecer hechos objetivos previos a la llegada de una mujer a la Presidencia de la República. Con la llegada del proyecto político denominado Cuarta Transformación, encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, se instauró un gabinete paritario: mitad hombres, mitad mujeres. Estas últimas ocuparon cargos de primer nivel y de la mayor relevancia. Paralelamente, llegó la primera secretaria de Gobernación, la ministra Olga Sánchez Cordero. Al mismo tiempo, la Dra. Claudia Sheinbaum se convirtió en la primera jefa de Gobierno electa por el pueblo en la Ciudad de México.

En el resto del país, comenzó una ola de empoderamiento de la mujer en la vida política, con el arribo de las primeras gobernadoras en diferentes Estados. Baja California es un ejemplo de ello, con la maestra Marina del Pilar Avila Olmeda, un triunfo avasallante del pueblo cachanilla.

Con el paso del tiempo, también apareció la primera mujer en ocupar la presidencia del INE y de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, marcando el inicio de una narrativa popular que decía: “Es tiempo de mujeres”. Se avecinaba una contienda interna del partido MORENA entre una mujer y varios hombres, pero el empoderamiento de la mujer era apabullante entre la militancia obradorista. México estaba listo para su primera presidenta.

La llegada de Claudia Sheinbaum no sólo marca un hecho histórico en nuestro país, que quedará plasmado en los libros de texto para la posteridad, sino que también tiene un trasfondo de suma importancia político-social. Esto significó una derrota al machismo y la misoginia en nuestra cultura, aplastando los comentarios discriminatorios por parte de los sectores conservadores. El pueblo respondió de manera firme y contundente: queremos a una presidenta.

El triunfo de Claudia es la reivindicación por excelencia de la lucha de las mujeres en México y sin duda trasciende también en el plano internacional. Esto representa la lucha de Sor Juana Inés de la Cruz, quien se ocultaba porque era prohibido que una mujer fuera escritora; representa a Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario, quienes lucharon por la independencia y libertad de México; representa a María Sandoval de Zarco, la primera abogada de nuestro país, a las adelitas, mujeres revolucionarias que dieron su vida por la tierra y la libertad; a las comunidades indígenas que sufrieron el desprecio del clasismo del potentado y del conservador; a las mujeres esclavas que padecieron en sus manos las cadenas del colonialismo español.

Claudia Sheinbaum representa la lucha de miles de mujeres heroínas anónimas, de nuestras madres de familia que son los pilares de esta nación y que día con día sostienen los hogares de la patria. Representa a las madres abnegadas que marchan porque han padecido la violencia en sus familias y a las feministas que reclaman legítimamente el respeto a sus derechos y libertades.

“La soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo; todo poder dimana del pueblo y se instituye para beneficio de este. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.” Todo esto lo logró el pueblo, que es el soberano y el que manda con su voz y voto. Gracias a la democracia, que es el poder del pueblo, para el pueblo y con el pueblo, en una democracia gana la mayoría. Estos son derechos constitucionales establecidos en nuestra carta magna.

Dicho esto, es lamentable la respuesta de representantes del conservadurismo en México, como Claudio X. González, Denise Dresser, Carlos Alazraki, la actriz Laura Zapata y hasta una agrupación llamada Unidos Por México, que promueven la discriminación hacia quienes votaron por MORENA e incluso critican su voto. ¿Quiere decir que la democracia no debe existir porque, según ellos, el pueblo no sabe decidir? Esto recuerda a Vicente Fox, quien catalogó al pueblo como ignorante y hasta lo insultó con palabras altisonantes. Entonces, quizá lo que extraña el conservadurismo es una dictadura; no por nada recuerdan con anhelo a Porfirio Díaz, Maximiliano de Habsburgo y alaban a los monarcas de otras naciones como sistemas ejemplares donde existe la superioridad entre las clases.

Esto me recuerda el mural titulado “La Dictadura y la Represión” de Juan O’Gorman, donde se aprecia al indio de rodillas, atado de manos y a los pies de un grupo de aristócratas trajeados y capataces con un pergamino que dice: “La propiedad de la tierra y de los peones que la trabajan es la base de la sociedad feudal, fundada en la superioridad de la aristocracia, que son los dueños que ordenan y mandan.” El conservar este pensamiento y la falta de un proyecto de nación es lo que los ha llevado a la derrota y a ganarse el repudio del pueblo.

La legitimación popular de un proyecto humanista y progresista fue ratificada este 2 de junio por el pueblo de México de manera contundente, con una votación nunca obtenida de más de 35 millones de votos, llevando a la silla presidencial por primera vez en la historia a una mujer, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo. Hace 70 años, las mujeres apenas soñaban con votar; hoy ya pueden ser presidentas de la República.

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