Los avances en el campo de la biomedicina han tomado rumbo al mercado convencional y la cotidianidad, ahora podemos pagar nuestras cuentas con sólo pasar nuestra mano por un lector. El futuro nos ha alcanzado.
Si nos fuéramos al lejano 2012, justo el momento en que irrumpió a los televisores la distópica Black Mirror, tal vez muchas de las cuestiones abordadas desde la mente de su creador Charlie Brooker, al día de hoy se nos harían muy normales.
Sí, tal vez no con esa exactitud que en la serie se manejó, pero sí ya familiarizados con la idea de lo que es la tecnología como base principal de los procesos comunicativos de la sociedad actual, en el que vemos cómo el mundo avanza hacia la hiperconexión.
Y dentro de todos estos procesos tecnológicos, hay uno que en los últimos meses ha llamado poderosamente la atención, y no porque haya salido hasta este momento, sino porque cada vez es más casual verlo implementado en diversos países.
Este proceso no es otro que el de tener un microchip debajo de la piel, para con él hacer pagos en establecimientos.
«El implante se puede usar para pagar una bebida en la playa de Río, un café en Nueva York, un corte de cabello en París o en un comercio local», aseguró para BBC Wojtek Paprota, fundador y director ejecutivo de Walletmor. «Se puede usar en cualquier lugar donde se acepten pagos contactless«, añadió.
En ese sentido, Paprota asegura que su servicio tiene un costo de 200 euros aproximadamente.
Walletmor no ha sido la primera empresa en implantar chips, ya entre 2016 y 2019, alrededor de 3,000 personas se habían implantado en Suecia chips bajo la piel.
Con ellos, las tarjetas de crédito, débito, los carnets de identidad o los billetes del transporte público son reemplazados por tecnología subcutánea.
“Olvídate del efectivo, la tarjeta y las soluciones de SmartPay. Paga directamente con tu mano”, proponen en la web de la compañía, donde ofrecen el servicio de implante.
Con respecto al chip de Walletmor, que pesa menos de un gramo y es un poco más grande que un grano de arroz, se compone de un pequeño microchip y una antena recubierta de un biopolímero, un material de origen natural, similar al plástico.
En cuanto a su seguridad, Paprota agrega que es completamente buena y tiene aprobación regulatoria, funciona inmediatamente después de ser implantado y permanecerá firmemente en su lugar. Tampoco requiere batería u otra fuente de energía.
Respecto a la tecnología que utiliza Walletmor, se informó que ésta reside en la comunicación de campo cercano o NFC, el sistema de pago sin contacto en los teléfonos inteligentes.
«Los implantes de chips contienen el mismo tipo de tecnología que la gente usa a diario», dice, «desde llaveros para desbloquear puertas, tarjetas de transporte público como la tarjeta London Oyster o tarjetas bancarias con función de pago sin contacto».
«La distancia de lectura está limitada por la pequeña bobina de antena dentro del implante. El implante debe estar dentro del campo electromagnético de un lector RFID [o NFC] compatible. Solo cuando hay un acoplamiento magnético entre el lector y el transpondedor puede el implante puede ser leído.», finalizó el CEO de Walletmor.
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