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Peña Nieto al desaparecer controles aduaneros provoco corrupción y mayor paso de drogas y armas.

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El lado estadounidense de la frontera lo custodian más de 21 mil agentes de la Patrulla Fronteriza, drones con un costo de 3 mil dólares por hora de vuelo y el doble de agentes del Servicio de Migración y Control de Aduanas (ICE) que hace tres años.

La valla que separa a los dos países abarca unos mil 300 kilómetros de los más de 3 mil 100 de territorio fronterizo. En el Senado ya se ha discutido invertir 30 mil millones de dólares para enviar otros 19 mil custodios en la próxima década y alargar el muro hasta prácticamente doblar su longitud.

Desde la crisis humanitaria de los niños migrantes en julio pasado, también se han trasladado miembros de la Guardia Nacional a algunos puntos de Texas. A este despliegue hay que sumar el apoyo de las oficinas de los sheriffes, de las policías estatales, e incluso hay civiles armados, milicias que cuidan los ranchos fronterizos para que nadie atente contra la soberanía estadounidense.

La DEA y el FBI también intervienen para investigar casos como tráfico de humanos y drogas.

Y, sin embargo, según el informe Control Estratégico Internacional de Narcóticos, del Departamento de Estado, publicado este año, 90% de la droga que entra a EU proviene de México.

En muchos puntos de la frontera, como el condado de Zapata, al sur de Texas, el Río Bravo es una corriente de agua que implica sólo unos segundos de viaje en lancha. Raymundo del Bosque, número dos de la oficina del sheriff, lleva su patrulla hacia Falcon Lake y señala unos postes en medio de la presa: “Eso es México”, dice.

A unos cuantos metros hay un letrero: “Advertencia. Cruzar a México puede ser peligroso. Reporte actividades criminales o sospechosas llamando a la oficina del alguacil del condado de Zapata”.

Hace un par de años, David Hartl, un estadounidense de 30 años, lo hizo y su cuerpo nunca fue hallado. Según el relato de su pareja a las autoridades, unos sicarios lo mataron de un tiro desde una lancha. Varias fuentes aseguran, sin embargo, que Hartl fue a Nuevo Guerrero a comprar droga y que allí los narcos lo emboscaron.

Del Bosque observa una lancha que lleva varias horas estática del otro lado. “A veces se quedan ahí parados todo el día, parece que están pescando, pero en realidad están vigilando. En cuanto nos vamos, pasan la droga”, comenta resignado. Él no tiene autoridad para hacer nada hasta que crucen la frontera. A lo largo de la noche, la policía local sólo cuenta con unas cuatro patrullas para vigilar un condado de 2 mil 740 kilómetros cuadrados. Los agentes nos llevan a un paso tradicional de droga. Uno de ellos usa un aparato de visión nocturna. Nada se mueve, excepto un helicóptero de la Patrulla Fronteriza.

Cruzan por todas partes

Entre 2012 y 2013, agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza incautaron 340 toneladas de drogas e inspeccionaron más de 107 millones de vehículos que entraron a EU. A diario, según el mismo informe del Departamento de Estado, interceptan mercancía ilegal con un valor de alrededor de 275 mil dólares. En el mismo periodo, la Procuraduría General de la República (PGR) incautó 3.7 toneladas de cocaína. El estudio concluye que se decomisa menos de 2% de la droga que transita por México.

“Cruzan por el río, por el puente, por tráileres, por el tren, por todo”, afirma el sheriff del condado de Webb, Martín Cuellar, en su oficina en Laredo. El jefe de la policía, que porta tres estrellas —una en su placa, otra en un anillo y otra en un pin sobre la solapa de su traje—, se levanta y señala un mapa del condado: “Hemos detectado presencia de todos los cárteles, pero pienso que ‘Los Zetas’ son la principal fuerza aquí (…). Fui muchos años agente de narcóticos y tengo esa pasión de luchar contra las drogas. Pero es imposible tapar todos los agujeritos. Si tapas uno aquí, sale otro allá. Y los bandidos lo saben”.

En 2011, la Evaluación Nacional de Drogas del Departamento de Justicia advertía de la presencia de siete cárteles mexicanos encargados del “suplemento, tráfico y distribución de la mayor parte de las drogas ilícitas en EU”. El documento se refiere a los cárteles de Sinaloa, Golfo, Juárez, Beltrán Leyva, ‘Los Zetas’, ‘La Familia Michoacana’ y Tijuana, siendo el primero el que más presencia tiene en ese país.

“Los cárteles se están volviendo más inteligentes. Usan vigilancia, ‘scouting’, tácticas de inteligencia. Están más orientados al negocio”, indica Joel Rivera, comandante de la oficina del sheriff del condado de Hidalgo. Hace unos meses, la DEA reveló que varias organizaciones criminales utilizaban drones para cruzar la droga desde hace tres años. “Cambian de táctica todo el tiempo (…). Como dije, este es un negocio”.

Entre el Puente Internacional del Comercio Mundial y el puente de la Solidaridad, que unen Nuevo Laredo y Laredo, circulan unos 7 mil tráileres al día. Sólo el primer cruce, exclusivo para carga, representa más de 36% de las operaciones de comercio exterior de México. También es uno de los principales puntos de paso de drogas hacia EU.

Para agilizar el comercio bilateral, el presidente Enrique Peña Nieto cerró las nueve garitas interiores que todavía funcionaban en el norte del país, una de ellas en Nuevo Laredo. “La desaparición de controles aduaneros en el interior pueden provocar mayor corrupción y un aumento del tráfico de drogas hacia el norte y de armas hacia el sur”, dice en su oficina, en un barrio pobre de Nuevo Laredo, Raymundo Ramos, presidente del Comité de Derechos Humanos.

Algo tienen sus palabras, que entre lineas quisiera que todo Mexico entendiera.

Ramos menciona el caso de la operación Rápido y Furioso, que comenzó a finales de 2009 bajo la dirección de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos. El operativo permitió que se compraran unas 2 mil 500 armas de manera ilegal, con el objetivo de seguirle la pista a traficantes mexicanos, entre ellos miembros del cártel de Sinaloa, pero las armas acabaron en su poder. En diciembre de 2010 se hallaron dos de esas pistolas en la escena del asesinato de dos agentes de la Patrulla Fronteriza en Arizona.

“Hace 10 años, la plaza de Nuevo Laredo llegó a costar un millón de dólares a los grupos que querían operar sin ser molestados por autoridades. Después de [Vicente] Fox, que lanzó actividades por todo el país, pero que eran una farsa, y de [Felipe] Calderón, cuando se recrudece la guerra y se evidencia la corrupción de los diferentes estamentos del país, hoy la prioridad es la no violencia, volver al pasado, donde todo se arreglaba con una llamada telefónica”, dice Ramos.

Caen decomisos

A raíz de la crisis humanitaria de los niños migrantes, las autoridades se concentraron en detener el tráfico de personas y esto produjo un aumento del contrabando de drogas. Según estadísticas de la DEA, las incautaciones bajaron a lo largo de toda la frontera, aunque la peor caída fue en Texas. El decomiso de mariguana, cocaína, heroína y metanfetamina entre enero y junio de este año bajó 34% —de 374 mil 812 a 246 mil 976 kilos— en comparación con ese periodo del año pasado.

Por eso, y tras recibir quejas de autoridades fronterizas, el fiscal de ese estado, Gregg Abbott, y el gobernador Rick Perry enviaron una carta al Departamento de Seguridad Nacional pidiendo 30 millones de dólares para reforzar la seguridad: “Nos preocupa gravemente que la actividad de los cárteles pase desapercibida porque la fuerza de la Patrulla Fronteriza es escasa”.

El Universal / Investigación

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