La madre de Jaime Misael Rodríguez se dio cuenta de que su hijo, de apenas 12 años, se drogaba una vez que lo encontró totalmente perdido, tirado en la cocina, una mañana que llegó tarde al trabajo y la regresaron a su casa.
Sin dinero y con la responsabilidad de cuidar a tres hijos, la mujer, desesperada, tomó la decisión de llevar a su hijo mayor al albergue de Mamá Rosa, donde alguien le había dicho que “ahí los enderezaban”.
Rosario Serrano nunca se imaginó que tras ese hecho no volvería a ver a Jaime hasta 18 meses después, cuando su hijo estaba a punto de cumplir los 14 años.
Maltratado, demacrado, golpeado de la cara y la espalda, encontró Rosario al muchacho, tras pagar casi cinco mil pesos para estar con él 20 minutos.
El encuentro no fue fácil, ni intimo, porque una mujer estuvo presente siempre en el encuentro familiar y no separó los ojos del muchacho que a cada palabra y pregunta de su madre, sentía como la mirada de puñal de su cuidadora, le atravesaba el pecho.
Jaime no pudo y no encontró la manera de explicar a su madre su estado físico y sólo atinó a llorar, recuerda ahora Rosario quien dice que luego de esa visita suplicó por todos los medios que se lo entregarán.
La directora del albergue, Rosa del Carmen Verduzco, le recordó entonces que había firmado de manera voluntaria y ante el notario número dos de la ciudad de Zamora, la cesión de la patria potestad.
En ese documento que, recuerda ahora, firmó casi a ciegas y aturdida por la presión y el dolor de la separación de su hijo, dice también que la custodia pertenecía a ‘Mamá Rosa’ hasta que el muchacho cumpliera la mayoría de edad. Sin embargo, en numerosas ocasiones ni llegando a los 18 años los dejaban salir.
Rosario recuerda que los familiares estaban obligados a llevar a sus hijos despensa, productos de limpieza, calzado y ropa, entre otros artículos.
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