Ellos dirán que fue decisión de los consejeros, pero después de ver cómo seleccionaron candidatos el fin de semana, cuesta entender a qué está jugando la dirigencia del PRD. Parecería que a la insignificancia, al desvanecimiento, a defender posiciones internas a cambio de perder votos. Una estrategia suicida.
Cuesta entenderlo, porque el partido que alguna vez estuvo a medio punto de ganar la Presidencia de la República tendría que estar buscando votos frenéticamente. La figura de Marcelo Ebrard daría votos. Fuera. El poder de René Bejarano daría votos. Fuera. El atractivo blanco de Sergio Mayer, fuera. El renovador de Antonio Attolini, fuera.
Optaron por Jesús Valencia de Iztapalapa, por Luis Maldonado, el político de Rafael Moreno Valle. Ganaron los burócratas y los leales, no quienes se perfilaban como mejores candidatos. Ganaron el aparato y los arreglos chiquitos. Y creo que eso lo van a pagar caro en junio.
Arriesgo un pronóstico, que no parece muy osado: el PRD no alcanzará el de por sí triste 12% de las elecciones federales de 2009. Aquella vez, el lopezobradorismo a medias del PT y el Movimiento Ciudadano les mordió 6% de los votos. No es descabellado calcular que en esta ocasión les morderá más con Morena.
¿Un PRD de 8%, 9%? Sí. Y un PRD que pasan las décadas y seguirá sin pintar en seis de las nueve elecciones de gobernador: Campeche, Colima, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora. En Guerrero, despreciados por Armando Ríos Piter, no tuvieron otra que refugiarse en el aguirrismo, ahora de clóset, de Beatriz Mojica; en el clientelismo aguirrista de Beatriz Mojica, por quien solo votaron 145 de 315 consejeros. Quizá repunten en Baja California Sur y tienen una buena oportunidad en Michoacán, gracias a que Silvano Aureoles es de los escasos candidatos lucidores (María Rojo, Jesús Zambrano) en la peor baraja de su cuarto de siglo de historia.
Un invierno crudo, lo ha llamado Bejarano. Partido demasiado dócil ante el gobierno, para quienes se formaron confrontando al gobierno. Severo con la disidencia doméstica. Carente de significancia para figuras como Alejandro Encinas, Álvaro López Ríos y un ya largo etcétera de perredistas no famosos, que prefirieron marcharse sin destino seguro que seguir atestiguando un naufragio sin gloria ninguna.
Menos de 12% en junio, peleando el tercer lugar con el Partido Verde y Morena. Y sin brújula ni capitán para 2018. Casi una desgracia. López Obrador debe estar feliz. Adiós, PRD, adiós.
Ciro Gómez Leyva
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