Después de los aplausos y porras que retumbaron en el Estadio Azteca cuando a las 13:23 horas entró la grúa y dio un recorrido al rededor de la cancha, el ambiente se tornó melancólico.
La espera del público mientras el féretro era bajado de la grúa para ocupar el escenario central que se le tenía preparado fue en silencio, únicamente una canción entonada por voces infantiles titulada «Por siempre, Chespirito» se escuchaba en su paso por la alfombra roja.
Aplausos se hicieron escuchar cuando el ataúd de caoba fue depositado frente a una enorme cruz blanca y un par de enormes fotografías del comediante.
Los cientos de chapulines y chavos que observaban el acto desde sus butacas sintieron la presencia de Chespirito y reaccionaron, algunos, con lagrimas, otros más con alegría entonando porras sin parar, ondeando los banderines blancos y elevando los chipotes chillones.
La ceremonia de homenaje está a punto de comenzar y su familia espera bajo una carpa el momento de ocupar sus sillas frente al escenario donde está el comediante.
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