By Para entender la cultura vitivinícola y la pasión que ésta a desbordado en tierra bajacaliforniana indudablemente debemos de contemplar la majestuosidad de la creación entre los portales de un lugar bendecido donde el vino se transmuta en un numen angelical, producto del cariño y el amor perenne de True Miller.
Aun cuando fue nacida en Holanda, su cariño a esta tierra la han vuelto una baja californiana de cepa y una mexicana por convicción.
Su historia de vida se vincula con el innegable amor que su hijo Arlo profiriera a México, quien, después de regresar a su creador, manifestará a su madre a través de un encuentro poco inusual y divino en Francia, que el quería permanecer siempre a su lado, sembrando en ella, una semilla de esperanza que germinaría en la concepción de Adobe Guadalupe, una casa vinícola fundada en la década de los 90 en el Valle de Guadalupe, Baja California.
Allí la uva es tratada con el máximo cuidado y los vinos que en ella se producen compiten con cualquiera a nivel mundial. Actualmente cuentan con 60 acres de viñedos de Cabernet Sauvignon, Merlot, Nebbiolo, Tempranillo, Shiraz y uva Viognier.
En la pureza de sus vinos el espíritu se reconforta tras la sincronía de la mano con la copa y la tibieza de los labios sublimados por la vid, en suma, sus vinos Kerubiel, Serafiel, Gabriel, Miguel, Rafael y Uriel proporcionan una experiencia, reaviva los sentidos y evapora las penas.
Hoy, su historia trasciende a Baja California por ser una mujer con rostro de vid que a través del regalo del amor vivifica la esperanza y renueva la alegría de quien se atreve a conocerla.
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