Después de casi una hora de misa oficiada por Monseñor Diego Monroy un grupo de aproximadamente 250 niños del coro infantil del CEA, vestidos de chapulines y chavos entraron a la cancha con una caja blanca en las manos.
Divididos en dos grupos, los niños ocuparon los costados del escenario y entonaron «Gracias por siempre, Chespirito» para después abrir las cajas y dejar volar a cientos de palomas por el espacio.
Segundos después el Mariachi Gamamil entró entonando «Las golondrinas» mientras Florinda, quien ya se encontraba frente al féretro, no pudo contener el llanto.
Entre aplausos el ataúd pasó por la alfombra roja en brazos de seis hombres para dar nuevamente un recorrido alrededor de la cancha.
Porras y gritos de «chavo, chavo» se escuchaban entre el público que, de pie, observó pasar por ultima vez al ídolo cómico de México.
Al concluir el recorrido, el ataúd fue subido al Mercedes Benz gris en que llegaron los restos del comediante, procedentes de Televisa.
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