Con todo y que el C.P. Alberto Escourido había logrado interponer un amparo, además había logrado que la directora de Arquitectura del Instituto Nacional de Bellas Artes, Dolores Ramírez, dirigiera una carta al Secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, solicitándole una reunión para tratar el tema de la Puerta México y valorar opciones de preservación del sitio, ofreciéndole asesoría para encontrar una solución. Todavía, el arquitecto Alfonso Padrés Pesqueira, delegado de la SCT en Baja California, ofreció un “receso” para analizar las peticiones y tratar de conciliar las posturas en el asunto, el pasado 30 de enero comenzó el derrumbe del ala este del sitio.
Y hay que decirlo, el sitio bien puede ser utilizado para integrarse a la imagen urbana que Tijuana proyecta al mundo y ¿Cómo es que entonces la obstinación, la terquedad, y la estupidez se sobreponen a la más elemental lógica? ¿Por qué una vez más los tijuanenses atestiguan el derrumbe de un símbolo urbano? ¿por qué descalificar un sitio que tiene 50 años de antigüedad y que fue costeado con el erario público, para embellecer la entrada a nuestra ciudad? ¿de verdad era tan complicado buscar una solución integral para respetar el sitio, rehabilitarlo y darle un nuevo uso? ¿Quieren opciones?: un museo, un centro de tecnología, un centro de interacción ciudadana, nuevas oficinas de gobierno del INAMI. Opciones sobran.
La defensa de la identidad
Y cabe aquí insistir, no se trata de defender los sitios históricos de la ciudad como si fuera una obsesión de conservadores de antigüedades. Esas son visiones anacrónicas sobre la historia y el patrimonio cultural, de lo que se trata es de preservar e integrar el patrimonio de la ciudad a su desarrollo económico. Si se pensara la administración urbana de esta ciudad de esa manera en torno a todos los sitios históricos, no tendríamos nada que envidiarle a San Diego, nuestra ciudad vecina.
Sobre el tema, he leído en redes sociales quien sostiene: “ahora defienden el lugar y nunca hicieron nada por él” o quienes afirman “era un nido de drogadictos y un baño público de marginados”. Ante eso toca reflexionar sobre qué tipo de sociedad somos y cómo habitamos el paisaje urbano. La defensa del Lic. Alberto Escourido y del Grupo 100 por Tijuana no es nueva, pues ya tienen bastante tiempo insistiendo sobre el asunto. En todo caso, si el lugar está abandonado habla más bien de la negligencia de la autoridad para preservar los espacios gubernamentales y de su abandono. Y en esto la autoridad municipal también tiene mucho qué decir, pues no es posible que no exista una política pública integral de búsqueda, rescate y preservación del patrimonio histórico de la ciudad y que el Presidente Municipal, el Dr. Jorge Astiazarán, no haga ninguna declaración al respecto y que su visión sobre la ciudad sea: “Tener una Tijuana bonita”. Seguramente, él entiende que la ciudad está en la zona del río y en las zonas chic. Ya del Gobernador Kiko Vega ni hablamos, pues está más preocupado por disfrutar su beca de 6 años que en gobernar la entidad. Mientras nuestra ciudad se gobierne desde una perspectiva “fancy”, no sólo derrumbaremos la Puerta México, sino podríamos arrasar con todo aquello que nos hace “feos”. Hasta podríamos desaparecer a los pobres, para evitar una “mala imagen” de nuestra ciudad y seguir sintiendo que hacemos “algo bueno” por nuestra ciudad.
¿Para qué sirve la identidad local?
Por si no fuera suficiente, y como muestra de que la identidad local no cuenta para nada, se tiene contemplado para esa área instalar una más de las muy “exquisitas” y costosas obras del escultor Sebastián, de quien ya dábamos cuenta en este medio sobre sus costos, falta de término del trabajo, etc.
Tocará ver hasta donde llegan la obstinación e ineptitud de las autoridades contra la identidad de Tijuana. en resumidas cuentas, no únicamente se trata de la preservación de un inmueble que tiene 50 años de antigüedad y que requiere de la autoridad local una declaratoria de patrimonio histórico, el problema es mucho más amplio pues no se le contempló para integrarlo de manera óptima en la reestructuración de la garita de San Ysidro, pues del lado mexicano ha imperado la urbanización hecha a base de pastiches y ocurrencias. Solo hay que ver cómo está diseñada la puerta El Chaparral y sus defectuoso diseño de entrada a nuestro país. Cualquier arquitecto puede dar cuenta de ello del caos que es el diseño actual de embudo por la premura de terminar.
En su muro de Facebook, el Lic. Alberto Escourido está informando constantemente sobre los avances en las gestiones que encabeza para tratar de conservar y rescatar el sitio. Muy notable es que no sólo sostenga con argumentos que el inmueble debe conservarse, sino que proponga varias alternativas de uso para el edificio. Bien valdría la pena ver a la sociedad tijuanense involucrada en algo que le es inherente tan solo por sentido común: la identidad y habitabilidad de su ciudad.
NOTA VIA REVISTA BINOMIO
PUBLICADA POR LUIS CARLOS LOPEZ ULLOA
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