Por años los niños han cruzado las fronteras, pero en esta ocasión alcanzó dimensiones que no se habían visto antes. Declarada emergencia humanitaria por el propio presidente Obama, el tema de los niños migrantes no acompañados ha generado una atención sin precedentes.
Entre los anuncios que las autoridades de Estados Unidos han dado a conocer, me referiré a dos: 1. La solicitud de ampliación del presupuesto por dos billones de dólares para la atención de niños migrantes en la frontera.
2. El aviso del presidente Obama al Congreso de que va a intervenir en la problemática, aún sin su consentimiento. Los actos del ejecutivo son lo que conocemos como decretos presidenciales.
Algunos académicos y especialistas en el tema han leído con cautela este mensaje debido a que:
A) No se han especificado los detalles de este gasto. Al principio la referencia fue: para la construcción de albergues y contratación de más abogados. Pero es mucho dinero si sólo es para este fin, lo cierto es que no se sabe a detalle en qué se quiere gastar esta ampliación presupuestaria.
B) El aviso al Congreso de que actuará a través de las acciones ejecutivas es alentador, sin embargo, la intervención del Presidente puede ser en muchos sentidos. Posiblemente pretende realizar el mismo procedimiento que se le aplica a los niños mexicanos —y canadienses— a fin de que a través de la “deportación voluntaria” los niños puedan ser enviados inmediatamente a sus lugares de origen: Honduras, Guatemala y El Salvador.
Personalidades de Estados Unidos han externado su opinión de que a los miles de niños hay que regresarlos lo antes posible. La incertidumbre y el hacinamiento de los niños en los albergues es realmente peligroso hasta para la salud de los mismos, pero no será fácil deportar a miles de niños que lograron llegar al lugar donde querían. El problema exige mucho más que una reacción única y de corto plazo.
Más allá de una reforma migratoria Estados Unidos debe revisar la efectividad de su política en materia de migración para dar paso a nuevas soluciones, porque estas detenciones han sido innecesarias y están resultando inhumanas y económicamente muy costosas.
La inversión en el reforzamiento de la seguridad de la frontera ha demostrado su fracaso: la migración circular quedó eliminada y ahora podemos ver una de las consecuencias.
Algunos dicen que el aumento de niños migrantes se debe principalmente a una desinformación de los centroamericanos. Es posible, pero no es lo único, la mayoría de ellos vienen huyendo de la pobreza y de la violencia de sus comunidades y muchos de ellos en búsqueda de sus padres. Es cierto que el retraso en la discusión de la reforma migratoria pudo generar la idea de que los niños serían aceptados si llegaban antes de la aprobación.
Pero además, tampoco son los únicos desinformados: muchos de los habitantes de Estados Unidos creen que los niños no tienen papeles porque no se les ocurrió ir a la embajada por su visa.
Hace unos días algunos enmudecimos cuando vimos imágenes de personas protestando enérgicamente; lograron detener tres camiones con niños migrantes centroamericanos. En los letreros se leía: “envíenlos a su casa”, “regresen a su casa”, “no queremos nuevos ilegales”, “basta de ilegales”; no quiero imaginar lo que los niños estaban sintiendo al ser detenidos y ver gente protestando con odio contra su presencia.
La reacción de las autoridades de EU y la de todos los países involucrados debe ser con miras al desarrollo de las comunidades de origen para así evitar la migración particularmente de los niños y niñas. Como lo dijo recientemente Salvador Beltrán del Río, se requiere de un “plan de desarrollo emergente” para Centroamérica a fin de que no se llegue a mayores proporciones.
La polarización y encono ante esta problemática no conviene a nadie y sólo ayuda a los promotores del odio y del racismo. Esperemos que la reacción sea más profunda y que este tema sea tratado de manera regional. México tiene mucho que aportar.
Texto escrito por Margarita Zavala / Panista, esposa del Ex Presidente Felipe Calderon.
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