La carrera de Sergio Pérez sería imposible de comprender sin la ayuda del empresario Carlos Slim Helú, uno de los hombres más ricos del mundo.
No es fácil para un latinoamericano incursionar en las principales ligas automovilísticas. La Fórmula 1 es un deporte casi aristocrático en el que muy pocos pueden participar. Las carreras de los pilotos están moldeadas por marcas y benefactores, que deben mantenerse en la cima de la jet set año tras año.
Desde entonces, la reciente victoria de Sergio Pérez en el Gran Premio de Mónaco ha asombrado al mundo, ya que se convirtió en el primer mexicano en ganar el premio. La conclusión en la prensa mexicana es casi idéntica: todo lo que necesitaba el jalisciense era un buen bólido. Y lo hizo con Red Bull.
Sin embargo, ni Mónaco ni los podios de la pasada temporada hubieran sido posibles sin la ayuda de Carlos Slim Helú, el hombre más rico de América Latina y uno de los diez más ricos del mundo, según la lista más reciente de multimillonarios de Forbes.
Checo Pérez ha contado con el apoyo del fundador de América Móvil desde que era pequeño, ya sea a través de solicitudes, patrocinios, financiamiento directo y asesoría.
Y fue él quien llamó la atención de la familia multimillonaria desde que era un niño: a los seis años ya era subcampeón en la categoría de karting. Fue entonces cuando comenzó su relación con los Slim.
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Checo, el deportista de más renombre actualmente en México, es hijo de Antonio Pérez Garibay, quien es ahora diputado federal, pero que en sus tiempos de joven también se dedicó al automovilismo.
Y fue justamente su padre quien lo acercó, primero, al automovilismo, y luego, al prestigioso círculo de la familia Slim.
Por ello, cuando sus dotes como piloto fueron evidentes, fue reclutado por la Escudería Telmex, precisamente el equipo de automovilismo que dirige Carlos Slim Domit, hijo de Carlos Slim Helú.
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Ganándose la confianza de los Slim
A Sergio se le financió un viaje a Europa cuando tenía 15 años para poder competir en la Fórmula BMW.
Corría el 2005 y Slim Domit tenía todas sus esperanzas puestas en Checo Pérez para volver a llevar a México a la vanguardia del automovilismo, a pesar de que su mirada estaba fija en la Fórmula 1, categoría que llevaba décadas dormida desde el apogeo de la Hermanos Rodríguez.
Finalmente, el joven mexicano respondió. Mientras que la mayoría de los niños de su grupo de edad solo estaban preocupados por la emoción de conducir un automóvil que alcanzaba velocidades de más de 260 km/h, él solo estaba preocupado por cómo manejar la curva frente a sus ojos. Esta obsesión por la disciplina, esta perseverancia, hizo que Pérez se afianzara como una de las grandes promesas del automovilismo pese a haber conducido monoplazas tan deficientes, como los que tuvo en Sauber o Force India.
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«Desde muy chavo aprendió que no contaba con el gran equipo como para darse el lujo de equivocarse. Eso forjó en él una madurez en la pista que acabó trasladando a su vida diaria», dijo Carlos Jalife a la revista Bloomberg Businessweek.
Su tenacidad lo ha llevado a contar con patrocinios estables de marcas mexicanas como Claro y Telcel, ambas propiedad de la familia Slim.
El encargado de presentar a Checo con Carlos Slim Domit fue Jimmy Morales, un reclutador de pilotos con mucha experiencia en el mundo. En cuanto vio a Pérez a bordo de un vehículo, supo que tenía que llevarlo a la Escudería Telmex.
«Slim Domit es un visionario nato y sabe cuando alguien tiene futuro. Nunca había visto a un muchacho tan enfocado. Así comenzó una relación de confianza y amistad entre ellos dos que perdura hasta la fecha», asegura Jalife.
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