POR: EUGENIO GENE CARRASCO | Presidente
Entre las múltiples enseñanzas que nos dejó Ortega y Gasset, hay una que me llama poderosamente la atención y que reside en el tema del liderazgo, al que definía como “la excelencia, la superioridad de un cierto individuo que produce en otros, automáticamente, una atracción, un impulso de adhesión, de secuacidad”.
Según Ortega, la cualidad fundamental que ha de tener todo buen líder es el ser ejemplar de manera auténtica, que ha de diferenciarse de la ejemplaridad aparente y superflua.
Y para que eso ocurra, el líder se entrega apasionadamente al ejercicio de una actividad. En esta entrega inmediata, directa o espontánea a una labor, adquiere un cierto grado de perfección, y entonces, sin que él se lo proponga, como una consecuencia imprevista, resulta ser ejemplar para la sociedad.
Por su parte, el falso líder se propone directamente ser ejemplar a toda costa; en qué y cómo es cuestión secundaria que después procurará resolver. No le interesa labor alguna determinada. Lo que ambiciona es ese efecto social de la perfección. No quiere, en rigor, ser nada en sí mismo. Quiere ser, para los demás, en los ojos ajenos, la norma y el modelo.
Afortunadamente, en Baja California podemos presumir de contar con varias lideresas y líderes,
quienes con toda gallardía se atreven a ser capitanes en la vida, sin temer a lo que pueda salir mal. Si algo tiene que salir mal, saldrá mal, y aunque es una frase cliché, lo he comprendido más que nunca en estos últimos meses.
En esta edición de CAMPESTRE, se refleja todo ello a través de sus páginas, donde se constata la misión de ciudadanos y empresas bajacalifornianas que, además de ser ejemplares, han hecho con pasión sus labores, convirtiéndose en bastiones para el Estado, brindando la certeza de que aún y en tiempos socialmente aciagos, podemos tener la seguridad de contar con verdaderos constructores de legados en pro del desarrollo de México.
Por ello, los invitamos a ustedes, queridos lectores, a que se pregunten a sí mismos, ¿qué necesito para ser un auténtico líder, ya sea de mi comunidad, de mi trabajo o de la sociedad en general, siendo alguien con acciones dignas de replicar?
Lo decía Octavio Paz, en el Laberinto de la Soledad, “desconfiamos de nuestras capacidades”, lo que en consecuencia frena grandes mentes y buenas intenciones… pero no le tengan miedo a nada, ¡atrévanse!, lo más complicado ya lo hacemos, que es vivir es estos tiempos.
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