Duele cuando te lo dicen en tu cara y es peor cuando desde fuera de México, te lo gritan; Cínico, no te levantas Presidente Enrique Peña de una y apareces nuevamente en el estiércol, parece que no han entendido el mensaje al interior de México y desde el extranjero, reza la nota publicada en el prestigioso diario Británico.
Ayer con el título «El pantano mexicano» y un subtítulo que reza “El Presidente no entiende que no entiende”, The Economist sostiene que el gobierno de Peña Nieto “está tocado por el escándalo”.
El intercambio de favores entre contratistas del gobierno, por un lado, y el presidente Enrique Peña Nieto y su secretario de Hacienda, Luis Videgaray, por el otro, “es inaceptable en una democracia moderna”, señaló The Economist este jueves en su edición impresa y electrónica.
“El principal beneficiario del cinismo que está engendrando el presidente puede ser Andrés Manuel López Obrador”, presidente del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), a quien el semanario británico califica como “un populista mesiánico que ha estado dos veces a punto de ganar la presidencia”. “México merece algo mejor”, añadió.
La publicación destacó la falta de responsabilidad política de Peña Nieto y su gabinete ante temas como la inseguridad, la fallida licitación de un tren entre la ciudad de México y Querétaro o el conflicto de intereses por la compra de casas a contratistas del gobierno, financiadas por los propios contratistas.
El país todavía está agitado en torno a la respuesta del gobierno al secuestro de 43 estudiantes en Guerrero, ocurrido en septiembre, y su aparente asesinato por narcotraficantes, comienza a enlistar la publicación para ilustrar el pantano en que se halla el gobierno.
La investigación del caso -agrega- parece haberse estancado y la principal respuesta política de Peña a la masacre fue proponer una enmienda constitucional para abolir las policías municipales. El Congreso todavía no la aprueba “entre otras cosas porque algunas corporaciones municipales están menos podridas que las fuerzas estatales que tomarían su lugar”.
Un pleno cumplimiento de las leyes no se puede lograr de la noche a la mañana, anota The Economist. Pero los críticos creen que Peña Nieto está tratando de eludir la acción más importante para empezar a construirlo: castigar a los corruptos jefes políticos cómplices del crimen organizado.
“La más reciente vergûenza, reportada esta semana por The Wall Street Journal, es que en 2005 Peña Nieto compró una casa de un pequeño constructor que ha ganado un montón de contratos de su administración”, apuntó, en relación con la casa del presidente en Ixtapan de la Sal, estado de México, entidad que gobernó antes de contender por la presidencia. Esa casa fue vendida por el empresario Roberto San Román.
Cita la compra por parte de Luis Videgaray de una casa de descanso en Malinalco, financiada por Armando Hinojosa Cantú, propietario del Grupo Higa, el mismo consorcio que es dueño legal de la residencia de Angélica Rivera, esposa de Peña Nieto, en una zona exclusiva del Distrito Federal.
Las operaciones inmobiliarias “confirmaron el estrecho vínculo entre la administración (de Peña Nieto) y el Grupo Higa”.
“Tanto Peña como Videgaray insisten en que no hicieron nada ilegal. Pierden de vista el punto relevante. En las democracias modernas, a cuyas listas México aspira incorporarse, el tipo de intercambio de favores en los que ambos parecen haber participado con Grupo Higa son vistos como inaceptables”.l pantano mexicano y un subtítulo que reza “El Presidente no entiende que no entiende”, The Economist sostiene que el gobierno de Peña Nieto “está tocado por el escándalo”.
El intercambio de favores entre contratistas del gobierno, por un lado, y el presidente Enrique Peña Nieto y su secretario de Hacienda, Luis Videgaray, por el otro, “es inaceptable en una democracia moderna”, señaló The Economist este jueves en su edición impresa y electrónica.
“El principal beneficiario del cinismo que está engendrando el presidente puede ser Andrés Manuel López Obrador”, presidente del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), a quien el semanario británico califica como “un populista mesiánico que ha estado dos veces a punto de ganar la presidencia”. “México merece algo mejor”, añadió.
La publicación destacó la falta de responsabilidad política de Peña Nieto y su gabinete ante temas como la inseguridad, la fallida licitación de un tren entre la ciudad de México y Querétaro o el conflicto de intereses por la compra de casas a contratistas del gobierno, financiadas por los propios contratistas.
El país todavía está agitado en torno a la respuesta del gobierno al secuestro de 43 estudiantes en Guerrero, ocurrido en septiembre, y su aparente asesinato por narcotraficantes, comienza a enlistar la publicación para ilustrar el pantano en que se halla el gobierno.
La investigación del caso -agrega- parece haberse estancado y la principal respuesta política de Peña a la masacre fue proponer una enmienda constitucional para abolir las policías municipales. El Congreso todavía no la aprueba “entre otras cosas porque algunas corporaciones municipales están menos podridas que las fuerzas estatales que tomarían su lugar”.
Un pleno cumplimiento de las leyes no se puede lograr de la noche a la mañana, anota The Economist. Pero los críticos creen que Peña Nieto está tratando de eludir la acción más importante para empezar a construirlo: castigar a los corruptos jefes políticos cómplices del crimen organizado.
“La más reciente vergûenza, reportada esta semana por The Wall Street Journal, es que en 2005 Peña Nieto compró una casa de un pequeño constructor que ha ganado un montón de contratos de su administración”, apuntó, en relación con la casa del presidente en Ixtapan de la Sal, estado de México, entidad que gobernó antes de contender por la presidencia. Esa casa fue vendida por el empresario Roberto San Román.
Cita la compra por parte de Luis Videgaray de una casa de descanso en Malinalco, financiada por Armando Hinojosa Cantú, propietario del Grupo Higa, el mismo consorcio que es dueño legal de la residencia de Angélica Rivera, esposa de Peña Nieto, en una zona exclusiva del Distrito Federal.
Las operaciones inmobiliarias “confirmaron el estrecho vínculo entre la administración (de Peña Nieto) y el Grupo Higa”. Y hasta ahora no hay respuesta honesta, mas que la que dio en su mensaje de inicio de año, de aquí en adelante atacaremos la corrupción, pero del pasado no insinuó nada.
“Tanto Peña como Videgaray insisten en que no hicieron nada ilegal. Pierden de vista el punto relevante. En las democracias modernas, a cuyas listas México aspira incorporarse, el tipo de intercambio de favores en los que ambos parecen haber participado con Grupo Higa son vistos como inaceptables”.
Traducción La Jornada / The Economist
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