Valentín Gómez hundió una aguja hipodérmica con cristal justo debajo de la clavícula de un amigo, los ojos del hombre revierten en éxtasis o alivio, es así como el señor Gómez pasa sus días junto con muchos de los cientos de personas que viven en la acera del canal del río Tijuana,
Mientras el Ayuntamiento de Tijuana hace su lucha para erradicar los problemas de «el bordo», laNational Geographic y el New York Times destacan lo que ahí se vive.
El periódico neoyorkino en su versión digital publica un artículo sobre la vida que muchos deportados viven en la canalización del río.
«No, no hay nada allí para mí», dice el señor Gómez de 27 años, oriundo de Puebla, pero que vivió la mitad de su vida en California antes de ser capturado y deportado hace un año después de que la policía lo atrapó bebiendo en público.
«No hay nada para mí aquí, tampoco, pero hago mi droga y espero a ver si puedo conseguir de nuevo ir al otro lado», comenta con esperanza.
La puerta México recibe de 100 a 150 deportados diarios, una cifra que a veces es incapaz de absorber el gobierno local.
El número ha aumentado en los últimos años bajo las políticas de mano dura, las primeras por el presidente George W. Bush y más recientemente por el presidente Obama.
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