Causa molestia y enojo en la población, la confirmación del arribo a tierras mexicanas del Avión Boeing de Lujo de nueva generación trasatlántico.
Considerado como el avión presidencial más caro del mundo, el Boeing 787-9 Dreamliner llegó este jueves a la Base Aérea Militar Número 1 en Santa Lucía, Estado de México.
La nueva aeronave, exclusiva para el Jefe del Ejecutivo federal y su equipo, costó –según datos dados a conocer al principio del proyecto– una cuarta parte de lo que se destinó para la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México; es decir, unos 139 millones de dólares.
El costo de este avión desató polémica en diversos sectores del país desde 2012, cuando el entonces Presidente Felipe Calderón Hinojosa sin razón alguna inició las negociaciones de compra con la empresa estadunidense Boeing. Hoy se sabe que el Avión y el equipo de lujo y toda su configuración de interiores, como recamara, baños, sala de juntas, oficina presidencial etc, tiene un valor de entre 550 y 700 millones de dólares. Mas el mantenimiento anual que tendrá durante toda su vida de uso.
Todo resulto en una negociación anticipada para entregar la Presidencia y para simular democracia en las elecciones que venían. Al final ellos ya sabían que el PRI y el Kennedy Mexicano llegaban a la Presidencia.
La justificación de Calderón Hinojosa fue que ya habían fallecido en accidentes aéreos dos titulares de la Secretaría de Gobernación: Juan Camilo Mouriño [en 2008] y Francisco Blake Mora [2011], por tanto el tener una aeronave más moderna para el Presidente era un asunto de “seguridad nacional”.
El proyecto para la adquisición que fue presentado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) en aquel entonces, destaca que el arrendamiento financiero para realizar la compra incluía pagos anuales durante 25 años.
La inversión incluye modificaciones al avión y la instalación de un sistema de seguridad, que buscan evitar que sus dos baterías de iones de litio provoquen fuego.
Actualmente, la Presidencia de la República utiliza el TP-01, un Boeing con capacidad para 66 pasajeros que data de 1987. Además también utiliza el TP-02, otro Boeing con capacidad para 68 pasajeros, que es de 1989, los cuales tienen que hacer escala cuando se trata de vuelos trasatlánticos.
En cambio, el 787-9 podrá hacer viajes sin escalas y con 280 pasajeros. Tendrá aire más limpio, con mayor humedad, ventanas más grandes, persianas electrocromáticas y puede recorrer 15 mil 750 kilómetros sin detenerse.
Por poner un ejemplo, podrá ir de México a Tokio sin escalas, cosa que ningún otro TP-01 había logrado hasta la fecha.
Además del costo del avión, se prevé un gasto de mil 170 millones 378 mil pesos por concepto de mantenimiento. La adquisición será a través del modelo de arrendamiento financiero, el cual será cubierto por el Banco Nacional de Obras (Banobras).
Desde 2011, la Sedena ya había solicitado recursos para la compra pero le fueron negados por la misma SHCP.
Los recursos que se gastarán en la compra de la aeronave, superan al gasto anual del al menos 17 congresos estatales y es superior a los presupuestos que recibieron este año las secretarías de Energía [3 mil 253 millones de pesos], de la Función Público [mil 478 millones de pesos], de Turismo [6 mil 053 millones de pesos] y del Trabajo y Previsión Social [4 mil 903 millones de pesos.
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