Por: Tomas Sibaja / Presidente Cluster Aeroespacial
de Baja California
Fue una contienda complicada, compleja y llena de adjetivos, fomentada por grupos y simpatizantes apoyando a sus candidatos a la Presidencia de la República. Una verdadera batalla verborreica de todos contra todos. Unos más insidiosos que otros, sin duda.
No se había vivido tanta polarización, ni politización como en estas elecciones. Por un lado, vimos y escuchamos recriminaciones sobre lo que no se hizo, y por el otro, justificaciones a la defensiva de lo que fue.
Podríamos escribir mucho sobre el desgaste discursivo al que como ciudadanos estuvimos expuestos, a las noticias oprobiosas y a las descalificaciones constantes.
Hubo mentiras, agravios, insultos y calumnias magnificadas en las redes sociales, donde millones de ciudadanos esconden su identidad para ofender y atacar sin misericordia.
Como un huracán que todo lo devasta con toda la fuerza destructiva, éste no es perenne, más temprano que tarde se va, se desvanece y deja un vacío alrededor.
Ya tenemos un ganador. Es momento de la reconciliación. Agradezcamos que, pese a nuestras luchas intestinas, vivimos en una democracia. Una democracia que permitió esa libre expresión, a veces agresiva e insultante, pero también rica en información y contrastante. Una democracia que, pese a las rechiflas y descalificaciones de algunos, vivió una jornada electoral en paz.
Qué bueno tener contiendas vigorosas al grado de pensar que cualquier candidato puede ganar y estar en ascuas hasta el momento del conteo final de los votos.
Ahora ya tenemos un claro ganador. La Dra. Claudia Sheinbaum será nuestra próxima presidente de México, apoyada por una amplia mayoría de la población, reflejado además en una amplia representación en el Senado y en el Congreso con su partido y aliados que la llevaron al poder. Esa fue la voluntad del pueblo y debe respetarse. Hay quien aún se sorprende y no cree, sin embargo, así es, y así será.
Es momento de la sanación. Esta sanación comienza por evitar la burla, el regocijo, y la lisonja socarrona a quienes perdieron. La virtud del ganador es reconocer que triunfó en buena lid contra contrincantes al que se debe reconocer y agradecer su participación. En política debe haber rivales, no enemigos. Todos los candidatos buscaron cautivar con su visión a esa ciudadanía que quiere certidumbre y dirección de un líder.
Ahora ya no hay campañas. Seamos cívicos y como mexicanos trabajemos desde nuestra trinchera por construir el México que queremos.
Los mandatarios tienen una función, los mandantes (nosotros) tenemos la nuestra. Nuestra labor ciudadana no inició en las campanas y no terminó en el voto. Ahora nos toca a cada uno trabajar en nuestro entorno por ese México que queremos.
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