Sin fanfarrias ni estruendo, tan comunes en otros años, el PRI celebró el 90 aniversario de su creación “en unidad y fortaleza”, según la dama que lo preside a nivel nacional.
Pero la cara es otra, la realidad muy distinta, cuando el instituto ya se ve, en su logo, con los colores desteñidos.
El otrora poderoso e invencible partido político ahora sirve hasta para mofa, y no por culpa de sus militantes.
La fiesta del pasado es ficticia al momento. El grito de celebración no tiene fuerza ni sustento, porque lo ahogaron los que traicionaron la ideología –tan admirable-, del tricolor.
Las atrocidades del sexenio pasado, curiosamente con “el nuevo PRI”, le dieron la puntilla al partido, cuando ya iba en picada, porque hubo personajes que lo traicionaron y abusaron. Uno de esos cínicos, CÉSAR DUARTE, recién pidió que se reconsiderara su expulsión del instituto. Y junto con él andan sueltos otros sinvergüenzas.
A nivel entidad, las cosas tampoco marchan bien, con tantos de-sertores que ahora se arrodillan ante MORENA, y la división que se ahonda.
El panorama es tan desolador para el PRI en Baja California, que si bien le va, podría aspirar a contar con 2 ó 3 diputados en la XXIII Legislatura, y uno o 2 regidores en los municipios.
Hace 25 años, en el 65 aniversario del PRI, LUIS DONALDO COLOSIO lanzó un discurso que no se borra y que creó esperanza.
LUIS DONALDO llamó arrogantes a las oficinas del gobierno cuando al pueblo deberían servir, y sus palabras emocionaron y alimentaron la fe de que México fuera diferente.
La esencia de los estatutos del PRI son bondad y aliento, pero en la práctica, en varios casos, la doctrina ha sido pisoteada. Ha tenido buenos representantes, pero también gente que dejó mucho qué desear.
Colosio fue una luz del PRI, una flama que crecía, posibilidad de otro camino, pero curiosamente, ese lejano día en que habló verdades -todo apunta-, se empezó a llenar la forma para su certificado de defunción.
La gente creyó en la voz de Luis Donaldo, en su mensaje, porque fue agua pura para gargantas secas. Y por eso, porque no se ve otra razón, Ernesto Zedillo ganó la Presidencia, ya que los votos que ecogió fueron, sin duda, tributo a Colosio, un homenaje póstumo al que pudo haber sido héroe, al que soñó con otros amaneceres, con oportunidades para todos, pero que no pudo ver, a los pocos días, la mañana del 24 de marzo de 1993, porque dos balas apagaron sus ideales, esos que con mucha similitud enarbola AMLO –lo que se entiende porque el país, como hace 25 años, está igual de jodido-, y que tampoco gustan a los menos.
Y eso es entendible, porque al igual que el PRD –otro cadáver-, MORENA y su líder, traen sangre con los colores que adornan nuestra bandera.
Colosio reconoció errores del PRI y llamó a la rectificación, pero, particularmente en el gobierno federal anterior y en varios Estados, lo que menos importó fue la gente y el abuso fue mayor, los azotes más duros, y por eso ahora, López Obrador, para la causa más agraviada, casi es DIOS.
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