El derrotero de un socio distinguido del Campestre. 1ra. parte
PULCRO, EDUCADO Y CORDIAL, don Benjamín García Montiel es uno de esos hombres que inspira confianza y simpatía, des-de el primer momento.
Charlar con él sobre Tijuana le produce el mismo efecto que si nos refiriéramos a uno de sus seres más queridos. Y ha visto tanto y vivido tantas experiencias en nuestra ciudad que puede decirse, sin eufemismos, que es uno de los forjadores de la nueva Tijuana y en ello radica su principal orgullo.
Más que hombre de letras, don Benjamín es hombre de números y a un observador normal no escapa que su sentido natural de las matemáticas le conduce al orden en todos sus aspectos, aún en el de su amena charla que, antes de iniciar, ya tiene mentalmente organizada.
Por lo demás, refleja disciplina y buen gusto desde su arreglo personal hasta el color y estilo de los muebles que hay en su oficina, más espaciosa, funcional y sobria. El currículum del señor Montiel, es impresionante, pese a no exhibir galardones académicos que no tuvo oportunidad de coleccionar, ante la imperativa ingencia de “Trabajar para sobrevivir”. Y es “golpe de yunque”, se haya forjado este gran luchador y por qué no decirlo, aunque tal vez ofenda su modestia benefactor de Tijuana.
Le cedemos la palabra, con gusto: Nací en Mexicali a los diez días de nacido me trajeron a Tijuana y aquí he vivido siempre; es claro que de esa convivencia ha derivado gran agradecimiento hacia ella. Estudié en las escuelas de aquí y no terminé mi carrera como contador por la necesidad que había de trabajar. Fue así que entré al Departamento de Aguas (que hoy se llama Recursos Hidráulicos), aprovechando la recomendación de un amigo, pero comencé como peón.
Ahí tuve la suerte de tropezar con un condiscípulo cuyo nombre es Manuel Arreola, quien había logrado redondear una magnífica situación profesional y, naturalmente, económica. Pienso que su actitud me sirvió de inspiración y me pregunté: ¿Por qué no voy yo a poder hacer lo mismo?.
“La gente que es decente, aunque sea pobre, tiene su categoría. Tenemos la satisfacción de coadyuvar que la sociedad de Tijuana se forme de tal manera que borre por entero la mala imagen que de ella ofrecen al mundo sus detractores”.
Tiempo después me propuse entrar a trabajar al Banco del Pacífico y lo logré a costa de sacrificar un poco de mi salario, pero en mejoría de mi imagen, incuestionablemente. Con los años y la constante dedicación logré que se me ascendiera hasta cajero general; es claro que hube de prepararme contablemente de manera auto-didacta.
Luego me cambiaron a Tecate y era tanta la confianza que depositó en mí el señor Alessio que decidió nombrarme ayudante del cajero general en Hipódromo Agua Caliente. Posteriormente, ocupé el cargo de cajero general por espacio de 30 años.
Continuará…
Eugenio Gene Carrasco
/Director
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