Edición Impresa

Viajando en el tiempo y sin reloj de arena…

0

Por: Paco Palani

 Dejando de lado la parte romántica de nuestra novela, sin olvidarla por supuesto, les comparto que retomaremos en este artículo un poco de la investigación que realizamos con historiadores de Baja California.  

Creo firmemente que quien conoce la historia puede definir el rumbo de la suya con más claridad, imaginen una botella de vino sellada con su corcho y dentro de ella un mensaje que pocos logran conocer… 

 A lo largo de los años pudimos comprender el concepto de La Ruta del Vino como algo más que un producto turístico, es preciso y obligado mencionar las causalidades de su conformación y los atractivos naturales y culturales que podrían integrarse en la conformación y fortalecimiento que nos ayudan a enamorar de nuestra Ruta del vino.  

En este sentido, se debe mencionar que los antiguos pobladores de Baja California hicieron pinturas y petroglifos en diversas cuevas y resguardos rocosos de las sierras de la península, casi siempre en lugares cercanos a fuentes de agua en una investigación que realizamos, encontramos que, a 25 kilómetros al noreste de Ensenada, en el Valle de Guadalupe, se plasmaron algunas de sus pinturas rupestres hace miles de años. 

A la llegada de los primeros españoles a lo que hoy se conoce como Baja California, a principios del siglo XVII, las etnias que habitaban este territorio eran los Pericúes, los Guaycuras, los Cochimíes, los Pai pai, los Kumiai, los Kiliwas y los Cucapás. La civilización prehispánica que habita en el Valle de Guadalupe es la Kumiai y sus descendientes aún habitan en las comunidades de San Antonio Nécua, junto al valle y en San José de la Zorra, a 15 kilómetros al noroeste del valle.  

 Hacia principios del siglo XVIII y con la orden de evangelizar las nuevas tierras, los jesuitas comenzaron la construcción de misiones en Baja California. Tras la exploración de los jesuitas los dominicos continuaron con las labores inconclusas, administraron las misiones ya edificadas e incluso construyeron otras nueve misiones. 

15 de las cuales tres se cimentaron en la zona que hoy es conocida como La Ruta del Vino: la Misión de San Vicente  Ferrer, fundada en 1780 en el Valle de San Vicente; la Misión de Santo Tomás de Aquino, fundada por el padre Fray José Loriente entre 1791 y 1794 en el Valle de Santo Tomás; y la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe, construida entre 1834 y 1840 en el Valle de Guadalupe. 

Con la encomienda de establecerse en estas tierras. los españoles no pudieron desprenderse de muchas de sus actividades culturales, sociales y económicas. Por ejemplo, continuaron con la producción y consumo del vino, acción que históricamente habían venido desarrollando desde más de dos milenios antes, esto lo encuentro sorprendentemente maravilloso, porque no es necesario trasladarse a un recuerdo o paisajes europeo para sentir el alma en nuestras tierras.  

Fue a principios del siglo XVIII cuando los jesuitas iniciaron con esta costumbre que se extiende hasta el día de hoy. 

Cerramos el año con una vuelta histórica y degustando aproximadamente 40 casas vinícolas… 

No tengo más que, agradecer infinitamente al trabajo de mi editorial, del equipo técnico, a mi revista de casa CAMPESTRE y todos los enólogos que me abrieron las puertas de su corazón y legado. 

Nos vemos en un 2024 lleno de sorpresas, espero con mucho amor que puedan guardar un espacio en su vida y lean Hera, mi próxima publicación.

Un 2023 lleno de éxitos para la región

Previous article

La evolución histórica de la educación en México

Next article

You may also like

Comments

Comments are closed.