Gustavo de Hoyos Walther puso el dedo en la llaga del gobierno de López Obrador, precisamente en esa zona que parece se le indigesta a la administración federal morenista. El presidente nacional de Coparmex advirtió el pasado jueves 9 de mayo, que el proyecto de refinería en Tabasco encierra más riesgos que posibilidades de éxito. “La refinería de Dos Bocas puede salir mal”, dijo.
Hasta donde se sabe, el dirigente patronal no es enemigo de Andrés Manuel López Obrador, sino que, por el contrario, ha sido uno de los líderes empresariales que desde un inicio pugnó por los acuerdos y la concordia entre la iniciativa privada y el nuevo gobierno federal, con miras a que la república no se empantanara en duelos ideológicos y partidistas.
Sin embargo, una vez que se declaró desierta la licitación para la construcción de la refinería en Dos Bocas, el bajacaliforniano De Hoyos Walther encendió las antenas de alerta debido a que las dos empresas especializadas que participaron en el proceso fueron “descalificadas por onerosas y lentas”, mientras el gobierno anunció que la obra la realizaría Pemex bajo la conducción de la Secretaría de Energía (SENER), con la asesoría del Instituto Mexicano del Petróleo. Y no fue el único.
El dirigente empresarial mandó decir al presidente López Obrador que el asunto bien merecía hacer un alto en el camino y meditar las cosas antes de empezarlas, porque el fracaso en Dos Bocas podría significar graves con-secuencias para las finanzas públicas y para la salud de la República.
Esto es lo que piensa el gobierno lopezobradorista del proyecto: terminarlo en tres años con 8 mil millones de dólares.
Esto es lo que ofrecieron durante el proceso de licitación las dos empresas mundiales especializadas en este tipo de obras: la primera ofreció terminar la refinería de Dos Bocas en cuatro años, con un costo de 10 mil millones de dólares; la segunda concursante calculó 12 mil millones de dólares y ter-minarla hasta mediados del 2025.
La respuesta de López Obrador fue que no piensa dejar obras inconclusas en su gobierno, y que las empresas invitadas estaban cobrando mucho y no garantizaban concluir la refinería en su periodo.
Por su parte, la firma calificadora Moody’s ya advirtió que el gobierno lopezobradorista hace cálculos demasiado optimistas en Dos Bocas, mientras que el banco BASE sentenció desde el jueves 9 de mayo que “Dos Bocas es poco rentable y un riesgo para las finanzas públicas”, lo mismo que opinó el dirigente patronal.
La principal preocupación del sector privado nacional y extranjero es que López Obrador haga realidad, con cargo a las finanzas del país, uno de sus más grandes caprichos: construir una refinería para vender gasolina barata, como se lo prometió a sus electores.
Aunque los cálculos y proyecciones de las empresas especializadas le digan que no se puede construir una refinería en Dos Bocas, Tabasco, en tres años, y con sólo 8 mil millones de dólares.
Parece que la alerta y la preocupación de organismos nacionales y extranjeros no es producto de la frivolidad política o del antagonismo pueril, sino de un análisis a “botepronto” que podría profundizarse y volverse oposición formal contra ese proyecto.
Las gasolinas no bajan de precio en los rangos que se prometían, y el “huachicoleo” real, ese que se comete contra el consumidor día a día en gaseras y gasolineras, sigue más vigente que nunca. Desde el sexenio de Enrique Peña Nieto las gaseras apagaron la “pantalla del volumen” de venta, y no ha habido nadie que les ordene reencenderla.
¿Podrá, entonces, el gobierno lopezobradorista realizar el proyecto de refinería en Dos Bocas, si no puede resolver un asunto tan a la mano como meter en cintura a las gaseras que roban al “pueblo bueno”?
FRASE DESCADA: El fracaso en Dos Bocas podría significar graves consecuencias para las finanzas públicas.
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