Sólo el 3 % del agua del planeta es dulce, y solo el 0,025 % es apta para el consumo humano.
El agua potable es, por tanto, un recurso finito y muy escaso. No es viable usarla y tirarla. Parece más razonable tratar de reutilizarla en la medida de lo posible mediante un proceso de economía circular. Pero, ¿cómo podríamos lograr algo así?
Muchos procesos industriales producen corrientes de agua más o menos contaminadas. Por ejemplo, en la producción de agua potable por ósmosis inversa a partir de agua de mar se obtiene una corriente muy concentrada en sal.
Existen proyectos que tratan de convertir estas corrientes residuales en fuentes de agua limpia y productos de valor añadido.
Con las técnicas adecuadas, estas corrientes de sal concentrada o salmueras podrían transformarse en una fuente de materias primas muy demandadas, y con un potencial incluso mayor al que ofrece la minería terrestre para su explotación.
La cantidad de oro, uranio y todo tipo de metales disueltos en el mar es mayor que la que se ha extraído de las minas terrestres en toda la historia de la humanidad.
El problema para su aprovechamiento es la baja concentración de estas sustancias en el agua marina, lo que encarece su recuperación.
No obstante, se están investigando nuevas técnicas que podrían permitir el aprovechamiento de las salmueras producidas por ósmosis inversa para obtener materiales de interés. Incluidos algunos que podrían empezar a faltar pronto, como el litio.
Una alternativa consiste en separar el agua y el sulfato de sodio, con lo que se recuperaría el agua para volver a utilizarla en el proceso (un claro caso de economía circular). Al mismo tiempo, se obtendría sulfato de sodio de alta pureza que se puede utilizar como materia prima por varias industrias (papel, vidrio, cerámica, detergentes, farmacéutica, complementos alimenticios).
Es posible hacer esto de forma sencilla, evaporando el agua y condensando su vapor posteriormente para obtener agua pura, pero hacerlo así supone un enorme consumo de energía. Es necesario desarrollar nuevas técnicas capaces de llevar a cabo la concentración sin consumir valiosa energía.
Si, además, la energía utilizada es de origen renovable (solar, eólica o geotérmica), habremos cerrado el círculo.
Estudios previos muestran que es posible recuperar la mayor parte del agua contenida en esta corriente mediante una técnica conocida como ósmosis inversa. Se obtiene, además, una corriente mucho más concentrada en sulfato de sodio, a partir de la cual se puede recuperar esta sal mediante un proceso de evaporación-cristalización.
Este proceso de cristalización está muy optimizado, utilizando evaporadores con varias etapas. Aun así, sigue siendo un proceso que consume mucha energía, por lo que sustituir parte de esa energía (actualmente proveniente de combustibles fósiles) por energía renovable (por ejemplo, solar) sería muy deseable.
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