Por: Tomas Sibaja, presidente Cluster Aeroespacial de Baja California
El término ‘nearshoring’ lo hemos adoptado en el país durante años recientes, como parte de la conversación de alto nivel en los tres órdenes de gobierno, para posicionar a “todo” México y sus ventajas competitivas y comparativas ante el mundo con relación a EEUU.
Esta palabra en sí misma, entendida internacionalmente, abre un panorama muy prometedor para México, y, por supuesto, presenta retos importantes para captar atención y mantener el interés de esos flujos de inversión extranjeros de forma sostenida.
Para nosotros en la frontera este término no es nuevo. El “estar cerca de la orilla” ha sido el mantra con EEUU en toda nuestra historia, por estos 3 mil kilómetros de frontera que nos unen.
En todo este proceso gradual de asentamiento de empresas grandes, medianas y pequeñas provenientes principalmente de EEUU, esta estrategia de externalización, por la que una empresa decide mover su producción a un tercer país con una zona horaria semejante, ha sido exitosa en Baja California, como en los otros cinco estados fronterizos.
Está comprobado que empresas del extranjero se han asentado exitosamente en más de seis décadas en nuestra entidad, con misma calidad de producción a sus países de origen, con una gran eficiencia logística, y un considerable ahorro en costos (por nuestra economía asimétrica).
Ahora, el reto es mover este logro industrial y comercial no solo en frontera norte, sino presentar esta opción como país en su conjunto. ¿Por qué hablamos de “en su conjunto”?
Porque también hay que reconocer que pese que hay regiones en México que, sin estar en la frontera norte, han logrado promover atinadamente sus bondades y han logrado de manera sectorizada grandes logros de inversión, aquí el “todo” implica sumar a esas otras regiones menos favorecidas que también forman parte de nuestro rompecabezas de país. De tal forma que las bondades del ‘nearshoring’ sean vistas desde diferentes ángulos, intereses y mercados antes reservados principalmente al norte de México.
No nos sorprende si el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, con su corredor interoceánico con Coatzacoalcos, Veracruz, vuelve al sur de México un gran motor de crecimiento financiero, industrial, logístico y carga, compitiendo con el Canal de Panamá.
Como referencia, este último debe principalmente su reconocimiento internacional por ese estrecho que mueve el 6% del comercio mundial y el 40% de contenedores de EEUU en la actualidad. Tampoco debería sorprendernos si el corredor del Tren Maya, sólo visto como un parador turístico de cinco estados, abre opciones antes no vistas – por la falta de intercomunicación eficiente en el sur de nuestro país – a futuras inversiones de mercados no tradicionales.
No hay que olvidar que las oportunidades de negocio las define el mercado, la función del gobierno es presentar de manera atractiva y conveniente nuestra oferta de país, la que ahora deberemos entender como “nearshoring México”.
¿Es este “nearshoring México” una amenaza a Baja California? En absoluto. Por el contrario, dar esa certidumbre de país, permitirá que esos flujos de inversión en todo México lleguen finalmente a su destino y para ello, una economía sana de país nos beneficia a todos.
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