Por: J. Joaquín Puente Novell
A principios de este año los distintos organismos mundiales habían revisado la mayoría de los pronósticos a la baja para la economía global. Entre las citadas razones se incluía la inflación y la correspondiente subida de tasas de interés, así como la caída de la inversión y la invasión en Ucrania.
De hecho, todos estos factores se han aglomerado constantemente en los últimos años: desde el repunte inflacionario inducido por la pandemia hasta la actual guerra en Europa del Este, no han cesado de acumularse “agravantes” que han hecho subir los tipos de interés en las principales economías del mundo, al tiempo que han contribuido para reducir la confianza en las inversiones.
Más recientemente, las opiniones de algunos de los principales expertos y economistas siguen sobre la misma línea. En una conferencia de prensa celebrada el pasado miércoles 28 de junio, Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal, comentó que existe “una probabilidad significativa de que se produzca una recesión”. Sin embargo, durante la misma conferencia también comentó que “se encontraría el camino hacia un mejor equilibrio sin una recesión realmente severa”.
Esta conclusión sería apoyada por un reciente informe de la FED donde se destacó que los mayores bancos de E.U. estarían preparados para sobrellevar un posible revés, descartando que se reduzca el flujo de crédito hacia los hogares.
Finalmente, entre los factores que podrían aminorar el impacto de una posible recesión se encuentra un mercado laboral en pleno empleo que sostiene los niveles de consumo en aquel país.
Siendo que los indicadores de su mercado laboral también han sido muy sólidos, tanto más los últimos meses, anotando una tasa de desempleo a nivel pre-pandemia, México también se halla bien preparado ante una vicisitud de este tipo.
Importa a su vez que las exportaciones han gozado de un mayor vigor dado el repunte de la economía estadounidense durante los últimos periodos; pero también podemos añadir que la inversión, tanto pública como privada, es un sostén importante: el fenómeno Nearshoring ha provisto los flujos extraordinarios que mantienen en un estatus superior a este componente clave.
Aunque una recesión “menor” o de “aterrizaje suave” desde el país vecino casi invariablemente nos produce retrocesos, en este caso y por las razones anteriores, los pronósticos de impacto hoy son más halagüeños. Esta posible recesión se pronostica entre finales de 2023 y principios de 2024; pero sea improbable o sea menor, debemos mantenernos expectantes.
Comments