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Jorge Ramos Hernández, el mitómano

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En el caso de nuestro personaje, la mitomanía no es únicamente el asun-to del trastorno psicológico de un su-jeto en particular, sino que, por su condición de líder y “maestro” de un curso motivador de alto costo, denominado QUANTUM, lo hace socialmente riesgoso, debido a que muchos individuos con iguales o peores trastornos de la personalidad acuden a él, en busca de ayuda.

Y el ex alcalde de Tijuana, JORGE RAMOS HERNANDEZ, no cuenta con la formación académica, científica ni docente para dirigir nada, menos para sanar las perturbaciones psicológicas de sus múltiples clientes a quie-nes cobra, de inicio, 300 dólares la sesión.

El del primer edil de Tijuana es un caso de estudio y de regulación sanitaria estatal, de registros ante la Secretaría de Educación Pú-blica (SEP) y de reglamentación municipal. Es decir, la “terapia” que imparte el político tijuanense, está al margen de la ley. Ese es el riesgo.

Porque independientemente de que sus clientes lleguen a sus manos de manera vo-luntaria, lo que les vende en realidad es un fraude porque, como ya se anotó, el expresidente municipal no tiene formación científica para atender los trastornos de otras personas.

Muchos profesionistas y jóvenes con baja autoestima llegan a sus cursos ilusionados con que saldrán con las potencialidades humanas desarrolladas, y la realidad es otra cosa, porque no se puede esperar otra cosa de un personaje como Jorge Ramos que ha fundado su trayectoria pública en la mentira y la simulación patológica que en términos médicos no es otra cosa que la mitomanía que padece.

Así como el político panista, hay muchos otros charlatanes que se aprovechan de la candidez y necesidades existenciales de la gente para venderles “curas” y atajos para remediar sus bajas autoestima y conseguir desarrollar cualidades que ahí no encontrarán.

Ahora bien, desde el punto de vista de las leyes que nos regulan a todos, el ex presidente municipal del 2007 al 2010, está infringiendo va-rias normatividades en donde el aparato del gobierno debe intervenir.

-Usurpa funciones pues no cuenta con títulos académicos ni pro-fesionales para efectos de su curso.

-Vende fraudes pues no tiene licencia oficial para ejercer en el país ningún tipo de medicina ni psicológica ni alópata, ni de ninguna otra.

-Opera al margen de la reglamentación municipal, pues en sus ins-talaciones de Quantum no exhibe ningún documento oficial que lo autorice para operar un negocio de ese tipo.

Lo que dice la ciencia sobre los mitómanos

l “síndrome de Pinocho”, conocido también con el apelativo de “mentira patológica” y con el nombre de “mitomanía”, es el que padecen quienes mienten consciente y compulsiva-mente para conseguir un beneficio.

El mentiroso patológico miente con la intención de ocultar algo que no acepta de su historia. Sus men-tiras son espontáneas y no planeadas y, una vez inserto en esta dinámica de farsa y engaños, no pueden parar, por lo que mantiene sus engaños en muchas oca-siones durante años. El mentiroso patológico sabe que miente, pero no puede evitarlo hasta que finalmente termina creyendo sus propias fábulas.

Se define a la “mitomanía” como una tendencia a mentir o a relatar cosas fabulosas. Al solo efecto de no incurrir en ingenuidades, debemos reconocer que la mentira es un comportamiento muy frecuente, social y universal, tanto para justificar comportamientos, como para no hacer sufrir al otro. Es un recurso habitual para ocultar algo, para no herir o dañar. No obstante, hay un tipo de mentira que denominaríamos “patológica” que aqueja a personas que inventan rea-lidades grandiosas y que nada tienen que ver con su vida. Es la que enuncian quienes desfiguran o disfrazan situaciones de su vida personal, económica, social o laboral. No se trata de personas cuyo comportamiento pueda advertirse claramente, porque no tienen aspecto de personas desequilibradas, por lo que es muy fácil caer en sus engaños. Sin embargo, sí son personalidades con altos componentes de ansiedad, y están muy pendientes de la imagen que dan y de la opinión que el mundo tiene sobre ellos.

Como todos los complejos, hunde sus raíces en la infancia, momento en que la autoestima, o sea, la valoración que se tie-ne de sí mismo, ha tenido fallas tempranas. Una de las posibles causas es que los padres no valoraran sus cualidades o los compararan con los hermanos o primos; y, más adelante, con los compañeritos. El mitómano, como mecanismo de compensación a su narcisismo maltrecho y devaluado, inventa, fantasea situaciones para nivelarse ante los demás.

Desde luego, sólo personas muy inseguras presentan esta tendencia y este trabajo psíquico de omitir, mentir, exagerar, falsear la realidad para intentar ser aceptados.

Orígenes

Este trastorno puede deberse a diferentes razones, a saber:

–Puede ser que el mitómano pertenezca a una familia que vive de la simulación social, de la apariencia, mostrando lo que no tienen y lo que no es.

–Puede ser que le resulte tan intolerable su vida con respecto a los ideales y fantasías que él mismo o su familia depo-sitaron en él que al no poder satisfacerlas, en lugar de aceptar la verdad, toman el camino de “inventar” otra realidad que solo existe en su cabeza.

Una de las características más notables de los mitómanos es la baja autoestima, dada la no aceptación de ellos mismos y el profundo e imposible anhelo de ser otro, y es tan grande la desvalorización que tienen que apelar a cualquier cosa con tal de ser admirados y aceptados por la gente.

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