By Buenos Aires, Argentina.- Hace tanto que Gael está entre nosotros, que por más que viaje, por rodajes o para visitar a su familia en México, el acento charro sólo de a ratos se le escapa. Y más que nada se le nota en el léxico. “¿Qué onda? A todo dar”, dice al iniciar la charla.
Gael es un tipo sencillo. Cero divo, y eso que el actor de Amores perros y de Y tu mamá también se codea con grandes del cine internacional, por que él ya forma parte del firmamento de Hollywood y participa también del cine de autor. En Cannes este año fue miembro del Jurado -por eso El ardor, que se estrena hoy en la Argentina, no estuvo en competencia por la Palma de Oro, y sí en una exhibición especial dentro de la Selección oficial del festival más importante del mundo-. Y en el viaje de ida, en la escala en París antes de abordar el avión a Niza, Gael estaba como uno más, sentado en el suelo. Tal vez sus gafas lo ocultaban un tanto, pero nadie se le abalanzaba ni molestaba.
Distinto fue en su arribo a Niza. Los paparazzi por poco que son atropellados por el auto oficial que lo fue a recibir y llevar hasta Cannes.
Ya recuperaste el sueño…
¡Me costó! Entré a esa especie de vorágine de confort en condición de realeza, y es difícil desacostumbrarse luego de ver dos películas al día. Pero cuando presidí el Jurado de la Cámara de oro (en Cannes, el premio a las operas primas de todo el festival) eran cuatro al día. Vi pelis que estaban buenísimas, no terminé tan vacunado como otras veces.
El filme transcurre en la selva misionera, y se centra en un chamán que sale al rescate de la hija de un campesino asesinado por tres sicarios. Una suerte de western revisionado.
¿Qué te llevó a querer producir ”El ardor”?
Fue una consecuencia sintomática de mi involucramiento con Pablo Fendrik, mi amistad con él. Lo conocí hace seis o siete años en la Semana de la Crítica, en Cannes, él estaba con El asaltante, nos hicimos amigos de inmediato, y poco a poco la discusión me involucró para algo más que para protagonizarla. Y de repente estaba metiéndome en la financiación e hice fuerza para llevarla adelante, para levantarla. Y fue un hagámosla, pues .
Para Gael, filmar una película es como “ir a un picnic y llevar tu comida: comamos de todo. Se dio muy natural, fue muy disfrutable trabajar, fue linda la interacción”. Y rescata “la libertad con la que filmamos. Tuvimos poco tiempo, ese lujo último de una filmación, pero nos las pasamos muy bien, sentíamos que podíamos, no estábamos saturados, no fue un rodaje que decís ¡basta!”.
¿Te pasó?
Sí, alguna vez.
¿Cuántas semanas de rodaje?
Cinco en Misiones y una más en Buenos Aires, en Ezeiza.
¿Qué hizo el rodaje complicado?
La ejercitación de mi cuerpo y mis músculos, eso no era lo complicado, me divertía y es lo mínimo que uno puede hacer. Lo complicado eran los mosquitos. Había muchos. Y pulguitas. Pero son gajes del oficio, hay que apechugar y entrarles con todo.
Con este tomo estoico, revoloteando un ejército de paciencia q había que tener, confiar en los dioses del cine y dar el sacrificio humano, poner el cuerpo.
La definición de “western chamánico”, ¿qué es?
Para no encasillarnos, ni tener decepciones metafísico ecologistas… Es para confundir al enemigo, no sé qué carajo significa eso.
La película coquetea con los géneros, y se vuelve el antigénero. En la película no es un triunfo de la voluntad del ser humano, como suelr ser el western. Hay un desdoblamiento humano. esta ese personaje que se entregó por la caza de los malos, y aquí la voluntad de la naturalza es la que sale ganando. La naturaleza en la película no tiene ese lado romántico tan marcado. La suya es una justicia muda, nos sobrevive en ese sentido.
Gael no estará presente, hoy, en el estreno local de El ardor, porque estará viajando entre lo festivales de Telluride y Toronto, y yendo luego a Nueva York, para participar en la miniserie de Amazon, Mozart in the Jungle. “El programa piloto ya lo hicimos, me va a tomar dos meses. Es en inglés y en varios idiomas, porque aborda el mundo de la música clásica, así que allí habrá gente hablando en ruso, alemán e italiano. Vamos a rodar en la Filarmónica de Nueva York.
¿Cuál es tu papel?
Hago de un director de orquesta, cuando veas el piloto en Internet te darás cuenta.
El afiche ya preanuncia algo. Gael, con la batuta en la mano, y el subtítulo que reza “sexo, drogas y música clásica”.
¿Te gusta la música culta?
Bastante, no soy melómano consumado. El problema es que no le doy seguimiento.
Para él, a sus 35 años, “todo el acto de fe que es hacer una película, vale la pena, para que ojalá trascienda”. En eso está el artista.
El Clarín
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