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Enrique Chiu, arte con pincel empresarial

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Enrique no se conforma con pintar sólo para sí mismo. Siente la necesidad de compartir su arte y, a través de él, crear un puente de unión entre las comunidades y los migrantes, derribando los muros invisibles que a veces nos separan. Además, con la apertura de nueve galerías en el país, ha constatado que el éxito puede encontrar un equilibrio entre su visión empresarial y la esencia bohemia.      

Platicar con Enrique Chiu es hacerlo como si fuera con un viejo amigo. Desde que entablas conversación con él, las palabras fluyen de manera libre.    

Ataviado con una playera que tiene plasmada la figura del Principito, los múltiples colores que enmarcan los trazos del personaje de Antoine de Saint-Exupéry son el fiel reflejo de lo colorida que no sólo es su obra, sino su vida.    

“Yo no pinto triste, me encanta transmitir alegría; el movimiento que produce la alegría es como el baile y es una de las cosas que suceden cuando pinto. Por eso siempre invito a todo el mundo a bailar”, nos dice de manera franca.     

Y así, convertido en una de las figuras más trascendentales en el mundo de la pintura en México, Enrique se da tiempo para sostener un encuentro con CAMPESTRE, en el que nos comparte su pasión por el arte, los temas de migración, sus sueños, el trabajo en sus galerías, los talleres e intervenciones urbanas y su visión empresarial, dándole sentido a la icónica frase de Paul Klee, sobre que el arte no reproduce aquello que es visible, sino que hace visible aquello que no siempre lo es.     

«Cuando empiezas un negocio debes estar dispuesto a hacer cosas gratis, y de ahí salen las conexiones, te das cuenta de que se convierte en tu rutina y en tu método de vida; si es así, estás en el proyecto correcto», menciona Enrique Chiu.

     
     
ALMA MIGRANTE   
Pocos pinceles han sabido plasmar colores tan vibrantes y mensajes tan profundos como los de Enrique Chiu, quien en su currículum cuenta con medio millar de exposiciones, cerca de un centenar de festivales, diversos premios y licenciaturas en Mercadotecnia y Diseño y Artes Audiovisuales en Estados Unidos, además de un doctorado.   

El también activista, quien es originario de Guadalajara, Jalisco, pero radicado en Tijuana desde hace 18 años, tras previamente vivir en California, ha forjado un camino lleno de triunfos y desafíos, demostrando que la pasión por la cultura pueden ser la fuerza motriz para cambiar el mundo, pese al cúmulo de adversidades que éste, por definición sistemática, suele tener.     

“Crecí en Guadalajara con mis abuelos. Mi abuelo fue militar y tuve una abuela muy tradicional en mi casa, muy estrictos; pero aun así me crié en el arte y nunca lo creyeron hasta que se los demostré. Fue un tema de orgullo poder decirles lo que podía hacer y lo que quería, hasta que literalmente me dijeron que lo hacía bien y que estaban muy orgullosos de mí”, recuerda.    

Por ello, al indagar en él, uno confirma que la vida de Enrique es un reflejo del arte que atraviesa las paredes de un estudio: una mezcla de matices y contrastes que narra la travesía de un hombre apasionado por la creatividad y comprometido con causas sociales, a través del conocimiento que le ha conferido el tener estudios como mercadólogo.    

Así, desde sus raíces como migrante, compaginó su vocación artística con el espíritu emprendedor, creando negocios exitosos que lo han catapultado a la fama, permitiendo allanar el camino para futuros artistas.     

EL MURAL DE LA HERMANDAD
Siendo el llamado Mural de la Hermandad en Playas de Tijuana su obra más representativa, ésta ha convertido a Enrique en el único artista que tiene permiso de pintar en uno de los puntos más simbólicos del mundo, siendo esto concedido por el entonces presidente de Estados Unidos, Barak Obama y autoridades del CBP.    

“Los muros están siendo como un lienzo de expresión, un canvas para pintar. Cuando lo iniciamos la gente preguntaba ¿qué es lo que está haciendo? Bueno, yo quiero que la gente voltee a ver la frontera, no el muro.  Cuando empecé, no sabía hasta dónde iba a llegar. Esa fue una bola de nieve que creció, creció, creció y al final se me salió de las manos”.    


    

CON EL PINCEL EMPRESARIAL
Hay quienes ven discordancia entre el mundo del arte y las arenas empresariales, sin embargo, para Enrique esto no funciona así, al menos con él, y la prueba más fehaciente es su proyecto “Chiu Gallery”.   

“Hago proyectos, abro galerías y abro espacios culturales. Tenemos nueve galerías en México, tres de ellas están en Tijuana. Lo que hacemos es expandir conocimiento en el tema de las artes con los niños y jóvenes. Damos talleres, rentamos espacios y hay maestros de salsa, defensa personal, de Krav Maga, de pintura, de fotografía, de timbales. Siempre estoy buscando maneras de ir creando negocios y produciendo arte de todos los géneros.    

    
“Tenemos galerías en Toluca, en San Miguel de Allende y un centro cultural que abrió en Guadalajara hace dos años. El plan es expandirnos, hacer negocio entre las artes y que no lo vean como un trabajo solamente artístico, en el que nada más se pinta, sino que realmente se produce y se genera ganancia, empleos, negocios, etc.”.    

     
   
LA CLAVE DEL ÉXITO
“El éxito se lleva a base de un talento, de tener fuerzas, de crear, de conocer, de tener suerte. He tenido muchísima suerte haciendo lo que me gusta, conociendo a las personas adecuadas en los lugares adecuados. Para mí funcionó todo eso de saber involucrarme con la gente correcta, entonces en Tijuana es estar a la hora indicada, nada más”.     

COLOR A LA FRONTERA
“Buscamos darle color a Tijuana. Hay 130 murales hechos solamente en esta frontera, más de 90 en escuelas primarias. Para mí, lo más importante es que los murales estén en todos lados y poder motivar a los niños, a las niñas, a los adolescentes, además de hacer programas con ellos y enseñarles que el arte no nada más es decoración, sino que es un proceso educativo, promotor e influenciador, buscando que sea motivador para tener diferentes cosas…porque si yo lo hice, alguien más puede lograrlo”.     

TIJUANA EN DIEZ AÑOS
“Esperamos que haya más espacios culturales, escuelas de arte. Nos faltan galerías, nos faltan los museos, tenemos sólo cuatro, a comparación de Monterrey o la CDMX.    

“Hay oportunidad de poder hacer y poner luz y color en algunos de los edificios que están haciendo en la ciudad, como los que están en la CDMX y Guadalajara, con grandes murales que atraigan al turista.  Necesitamos darle fuerza a eso, que la gente voltee a Tijuana y que perciba un espacio limpio, sano, saludable. Hablamos desde el punto de vista mental y psicológico, no del gastronómico, no del de insumos. Necesitamos una Tijuana que tú la sientas al caminar como una ciudad limpia, arreglada, transparente, con colores”.    

APOYOS A NIÑOS
“Los niños no tienen que ser artistas, pero pueden ser buenos vendedores. ¿Qué es lo que queremos? Que sean buenos vendedores de lo que ellos quieren hacer o crear. Entonces eso les damos a todos ellos y vamos a las escuelas. Juntamos con las campañas del Consejo de la Comunicación y las campañas contra las drogas, tabaquismo y alcoholismo”.    

Asimismo, refiere que por medio de la Fundación Internacional Enrique Chiu por una niñez con futuro A.C.  se dan talleres, pláticas con psicólogos, terapeutas y pintores.  “Siempre somos muy reacios en todo lo que hacemos; estamos trabajando mucho para que los niños resaltan de esa manera”.    

En ese sentido, destaca las poco más de 300 becas que han brindado para diversos infantes, entre los 5,000 niños que han tomado clases.     

“Necesitamos seguir produciendo cosas positivas y seguir haciendo programas educativos, edificios responsables, áreas verdes y espacios culturales. Invertirle a la comunidad joven, a los niños, a la educación. Creo que deberíamos de hacer muchas cosas, por la ciudad en donde vivimos, haciendo conciencia de todo lo que sucede”.     

SU MOTOR Y MAYOR SATISFACCIÓN PERSONAL
A pesar de todos sus logros y reconocimientos, la verdadera motivación de Enrique proviene de un lugar muy especial: su hijo de tres años.      

“Mi hijo más pequeño ha enlazado, aún más, todas mis emociones para poder seguir creciendo con lo que a mí me gusta, porque considero que continuar haciéndolo es por una razón muy importante. Creo que es el poder dejar un patrimonio y un legado a mis hijos.    

“Tengo muchos recuerdos bonitos de todos estos años, por lo que siempre he dicho que cada momento ha sido especial. Vas viajando y vas viendo oportunidades al conocer gente. De repente me daba cuenta de que el arte me llevaba a lugares donde siempre quise o siempre soñé estar, saliendo anécdotas que son muy entrañables. 

“Por esto valió la pena estar en Corea del Sur, en los Premios Nobel y ser de los cuatro mexicanos que fueron a representar el país, estar en el 30 aniversario del Muro de Berlín y pintarlo, viajar y representar a México, todo lo que siempre soñé”.   

Al vivir este tipo de experiencias, Enrique no titubea y confiesa que todo eso dejó de ser un hobbie hace 20 años para convertirse en un trabajo que le ha regalado situaciones memorables y el orgullo de poder decir que vive de lo que hace. “Siempre se lo quise demostrar a la gente, que sí se puede vivir del arte, tener tu casa, comprar tus carros o hacer tus cosas.”     

“Ha sido muy emocionante salir en un billete de Lotería Nacional, estar ahora en los libros de texto de la SEP, en los libros de Cívica y Ética de secundaria, ser parte de la historia de nuestro país de esa manera, o ser parte de una tesis de la UNAM, es algo que es súper emocionante”.     

Por todo ello, Enrique Chiu es un testimonio viviente de que el arte trasciende fronteras y que, a través del espíritu emprendedor, es posible tejer sueños y cambiar el mundo.     

Su capacidad para pintar sonrisas en medio de la adversidad, su compromiso con la unidad y su pasión por dejar un legado inspirador, nos recuerdan que su pincel es un poderoso vehículo para la transformación social.     

“Amo lo que hago, amo trabajar con mi gente, tengo un equipo maravilloso, y gracias a los clientes que nos han apoyado estamos creciendo y renovándonos día a día», comenta Chiu.  

Así, mientras el sol se oculta entre la silueta de la ciudad, Enrique sigue pintando sus sueños y esperanzas, en sitios que reclaman vida. 

Su compromiso con la humanidad nos enseña que, en cada pincelada, hay una historia por contar y un mundo por cambiar.     

Antes de despedirnos, Enrique nos confiesa que tiene una visión clara para cuando llegue a tener 50 años. “Ganar el Premio Nobel de la Paz…eso quiero”. Así de contundente es.    

Él ya está ahí, ha trabajado para ello, y no sería una sorpresa un día despertarnos con esa noticia.     

Tan sólo hay que esperarnos ocho años. Porque como se decía en El Principito:  «Haz de tu vida un sueño, y de tu sueño una realidad»…y Enrique ya lo está haciendo.    

ENRIQUE EN CORTO     

Con la Fundación Internacional EC Por una niñez con futuro A.C., Enrique Chiu ha impactado positivamente en la vida de más de 5,000 infantes, beneficiándolos con diversos talleres y 300 becas.

Libro que cambió tu vida.
El Principito.     

Las cinco cosas más esenciales en tu vida.
Continuidad, la pintura, la música, viajar y comer.     

Una serie que no puedo dejar de ver.
La casa de papel, Sense 8, Suits   

Una cita que te defina.
El arte es la oportunidad de decir cosas que trascienden.      

La película que más te ha estremecido.
La lista de Schindler     

El mejor consejo que me han dado en la vida.
Sigue adelante y sigue siendo lo que eres.     

 Las tres claves de tu éxito.
Perseverancia, valentía y valemadrismo.     


Con qué canción podría siempre estar pintando y estar en esa armonía.
Con música de Buena Vista Social Club.  

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