Baja California, con su equilibrio entre innovación y tradición, lujo y autenticidad, naturaleza y urbanismo, se consolida como un modelo de vanguardia para el turismo global.
Fotos: INLOOP STUDIO WEDDINGS
Viajar ya no es simplemente cambiar de lugar, es cambiar de perspectiva. En el escenario actual, donde la experiencia es la nueva moneda de lujo, el turismo se redefine, y Baja California se ha convertido como un protagonista indiscutible en esta transformación global.
Con una oferta que va del vino al desierto, de la gastronomía de autor a la contemplación de ballenas, y de centros de negocios a retiros wellness en la sierra, este estado fronterizo se consolida como un destino plural, sofisticado y sostenible.
Durante 2023, México recibió más de 42 millones de turistas internacionales, y Baja California fue una de las entidades con mayor dinamismo turístico, según datos de la Secretaría de Turismo federal.
A nivel global, el turismo representa cerca del 10% del PIB mundial, según la Organización Mundial del Turismo (OMT), lo que lo convierte en uno de los sectores más dinámicos por su capacidad de generar inversión, empleo e identidad.
Y en México, esta industria no sólo promueve el desarrollo local, sino que también funge como embajadora de nuestra riqueza cultural, natural y gastronómica.
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en su Teoría General del Turismo, reconoce al menos siete clasificaciones tradicionales: turismo cultural, religioso, gastronómico, idiomático, de salud, deportivo, de negocios, de parques temáticos y turismo sexual.
Sin embargo, el turismo evoluciona. Hoy, el viajero exige algo más: sentido, conexión y propósito.
Baja California, entre lo tradicional y lo disruptivo
Baja California es un microcosmos del nuevo turismo. En sus valles, costas, montañas y ciudades industriales conviven las formas clásicas de viaje con experiencias que marcan tendencia a nivel internacional.
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Cultural: Eventos como Entijuanarte o el Festival de Jazz de Rosarito ponen a Baja California en el radar de los amantes del arte contemporáneo y la música.
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Gastronómico: Ensenada es reconocida por la UNESCO como Ciudad Creativa en gastronomía. Y el Valle de Guadalupe —la joya enológica del norte de México— no solo produce el 75% del vino mexicano, sino que también ofrece experiencias de lujo entre viñedos, con arquitectura de autor, cocina de fuego y hospitalidad con sello boutique.
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De salud y bienestar: Tijuana ha escalado posiciones como destino de turismo médico, generando más de 1.2 millones de visitas anuales por atención dental, cirugía plástica y wellness, de acuerdo con el Clúster de Turismo de Salud.
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De negocios: Con Tijuana y Mexicali como hubs industriales, el turismo corporativo mantiene hoteles y recintos de convenciones en constante movimiento.
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Deportivo y de aventura: La Baja 1000, el surf en Rosarito y las rutas de senderismo en Tecate son solo algunas de las propuestas que combinan adrenalina y paisaje.
El viajero contemporáneo ya no busca simplemente lujo en el sentido clásico. Hoy, el verdadero valor está en lo auténtico, personalizado y consciente.
Aquí entra el turismo alternativo, concepto que engloba al ecoturismo, turismo rural y de aventura. Esta modalidad invita al viajero a ser parte del entorno, no un espectador.
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Ecoturismo: Baja California cuenta con 28 playas certificadas Blue Flag, el mayor número en México, lo que garantiza sostenibilidad, limpieza y calidad ambiental.
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Turismo rural: En el Valle de Ojos Negros o la Sierra de Juárez, las estancias rurales permiten al visitante vivir la cultura del campo y conectar con comunidades locales.
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Turismo de aventura: Lugares como La Rumorosa son ya referentes globales no solo por su paisaje místico, sino por su fama como destino de experiencias fuera de lo ordinario.
En la nueva era del turismo, los destinos que trascienden son aquellos capaces de ofrecer algo más que postales: ofrecen pertenencia, inspiración, descubrimiento.
Y al final, la invitación está hecha, porque no se trata únicamente de visitar Baja California, sino de vivirla.
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