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Crecimiento Postraumático

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El fuego (fragmento)

En la madera que se resuelve en chispa y llamarada

luego en silencio y humo que se pierde

miraste deshacerse con sigiloso estruendo tu vida

Y te preguntas si habrá dado calor

si conoció alguna de las formas del fuego

si llegó a arder e iluminar con su llama

José Emilio Pacheco

El ser humano casi siempre se resiste al cambio, aunque hay cambios que son vistos con buenos ojos. La llegada de un hijo, con sus enormes retos; un matrimonio, que nos lleva a cambiar desde el domicilio hasta nuestra categoría social, son ejemplos de cambios bienvenidos, pero cuando por causas de fuerza mayor tenemos que cancelar un viaje, perdemos un empleo o dejamos de percibir un ingreso, la reacción que tenemos es siempre la de resistirnos, oponernos, vivimos un duelo, pasamos de la negación y el enojo, a la aceptación, en una ruta que puede ser lenta o rápida dependiendo de nuestra capacidad de adaptación.

La pandemia del COVID-19 es un ejemplo de cambio difícil ya que ha afectado la manera en que vivimos, tal vez para siempre. Dentro de todos los esfuerzos de adaptación que debemos hacer están en usar cubre bocas, no viajar, no reunirnos con amigos, com-pañeros de trabajo o clientes y, sobre todo, cambiar la manera en que trabajamos, con todas las rutinas que ello implica. Las nuevas prácticas incorporadas a nuestra vida nos hacen cuestionar sin du-da la utilidad e importancia de lo nuevo y desconocido, pero también nos llevan irremediablemente a cuestionar lo que definíamos antes como “normal”.

La diferencia entre la anterior normalidad y la actual es preponderantemente la presencia del miedo en situaciones que antes no nos llevaban a experimentar esa emoción. Antes no sentíamos miedo al ir a una reunión con amigos o al tocar algo en un lugar público, conocíamos el miedo, pero no en estas circunstancias.

Una de cada tres personas que experimentan situaciones traumáticas desarrollan lo que se conoce como estrés postraumático, es decir que después de esta experiencia pueden llegar a desarrollar reacciones exageradas e involuntarias ante estímulos que les recuerdan el trauma original (como el soldado que regresa de la guerra y se espanta ante los ruidos fuertes porque le recuerdan las explosiones que presenció).

En fechas recientes se ha acuñado el término crecimiento pos-traumático para señalar que después de una experiencia retadora y difícil podemos llegar a experimentar el desarrollo de habilidades hasta entonces desconocidas. En esta pandemia muchas empresas han realizado adaptaciones a servicios y productos en tiempo record, para nadie era desconocida la importancia de la higiene, pero la presión de estos tiempos ha hecho que todos incorporemos rutinas de la no-che a la mañana, mismas que en otras circunstancias nos hubieran llevado meses o años.

Todos teníamos en 2019 la posibilidad de tener una reunión por videoconferencia con todas sus ventajas de logística, productividad e incluso ecológicas, pero es hasta que vivimos la pandemia que las incorporamos a nuestro trabajo. Ciertamente la pandemia trajo afectaciones al mundo, pero en un espíritu más propositivo, deberíamos reconocer que también nos enseñó la importancia de cosas que antes dábamos por sentadas y ahora valoramos en su justa dimensión: nuestra salud, la posibilidad de ver a los amigos o poder visitar a un cliente.

Aprendamos pues de esta experiencia y por lo pronto disfrutemos la paradoja del distanciamiento social, esa que nos deja ver que contra toda lógica, el dejar de vernos físicamente o con tanta frecuencia, nos permite acercarnos más o al menos de una forma más significativa a todos aquellos que son importantes en nuestras vidas.

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