Si revivió con el «grunge» y más tarde se hizo «hippy», hoy el modisto de incorruptible alma rockera, Hedi Slimane, sumergió a Saint Laurent en la estética «punk», en el último desfile del día de la Semana de la Moda de París.
Parece que el diseñador franco-italo-tunecino sigue buscando su fuente de inspiración en algunas de las corrientes musicales y sociales con un estilo más marcado. De ahí que a la colección del próximo otoño-invierno de prêt-à-porter le tocase el cuero negro y las medias rotas.
Como la propia actriz mexicana Salma Hayek sentenció, en declaraciones, esta colección es «un poco ‘punk’, pero ‘chic'».
No se esperaba menos de una de las «maisons» más renombradas de París y, en este proceso de elevar esta contracultura a la élite que se puede permitir comprar sus prendas, Slimane se esforzó por diseñar vestidos de cortes únicos.
El «glitter», el tejido plateado, y la combinación del negro y el blanco identificaron esta corriente, al igual que los estampados animales, como el leopardo o el tigre.
El cuero negro sirvió para ajustar las minifaldas, se prestó a que se hicieran hendiduras sobre él en los pantalones y, por supuesto, compuso una de las prendas indispensables del armario de Slimane: el «perfecto», o lo que es lo mismo, la chupa.
Saint Laurent decidió combinar esta actitud inicialmente subversiva con los aparentemente inocentes vestidos de muñeca, con enorme vuelo sobre tules, en colores como el rosa o el rojo, y salpicados de lunares.
Los lazos se cosieron aquí y allá, ya fuese de forma discreta en un cinturón o con un inmenso volumen en un hombro, mientras que las cadenas metálicas y las gargantillas a media altura decoraron el cuello para hacer convivir el universo callejero con el infantil.
«Cada ‘look’ es impresionante, emocionante, algo nuevo», explicó Hayek, quien acudió al desfile con su marido, François-Henri Pinault, presidente del grupo Kering al que pertenece Saint Laurent.
Otra tendencia que pisó la pasarela instalada en el antiguo mercado de abastos del Carré du Temple, cerca de Le Marais, fueron los trajes de pitillo negro, camisa blanca, fina corbata y ¡tirantes!
Las prendas de abrigo, que se han convertido en una de las señas de identidad del Saint Laurent de Slimane, absorbieron el color, como quedó patente en el modelo de «patchwork» de pelo de diferentes longitudes y espesores en azul eléctrico, violeta, rojo, blanco, amarillo o con manchas de leopardo.
Esta colección privilegió los vestidos y las faldas muy cortas, dejando al descubierto las carreras y los agujeros de las medias, que se diseñaron sobre todo en rejilla, y a veces con cristales incrustados.
«Esto es para la pasarela», precisó Hayek, preocupada por la exigencia que requiere para las mujeres con cuerpos diferentes a los de las modelos poder ponerse una colección tan ajustada como esta. «Hay una serie diferente para la gente normal, como yo», señaló la actriz.
Entre las personas invitadas, se encontraba también la intérprete estadounidense Jessica Chastain, así como los incondicionales Pierre Bergé o Betty Catroux, cercanos al fallecido Yves Saint Laurent.
Cuando la plataforma que había elevado la pasarela, en un montaje de luz, sonido e ingeniería, descendió al nivel habitual para despedir el desfile, los aplausos cayeron en el vacío, sin que Slimane saliera a recogerlos.
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