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Aislamiento y COVID

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Múltiple enseñanza nos va dejando la pandemia

Por: Manuel Chavarín

El director noruego Bent Hamer nos ofrece en su multipremiada obra clásica Kitchen Stories (2003), una historia que retrata a la perfección la complejidad que, como seres humanos, enfrentamos cuando somos obligados a recluirnos. En los años en que se exhibió, causó hilaridad en miles de personas descubrir lo difícil que es no hablar, no tocar, no relacionarse con quienes se encuentran cerca de nosotros. Lejos estábamos de imaginar que, años después, debido al COVID, algunas personas enfrentarían el reto de aislarse de los suyos por salud y seguridad. 

Salgo a caminar en las mañanas y evito saludar verbalmente a quienes pasan a mi lado, sólo levanto la mano para enviar un saludo mudo, pero universalmente reconocible; sin embargo, a pesar de los riesgos que implica la gran capacidad de contagio de la variante ómicron, si me dicen “buenos días”, es para mí imposible dejar de contestar. Somos un animal social, necesitamos convivir, necesitamos estar bien con los demás.

De todas las enseñanzas que nos ha traído la pandemia, hay algunas que resultan particularmente valiosas:

La multiplicidad de medios de comunicación y sus aplicaciones. Muchas de nuestras actividades laborales se pueden resolver desde casa, por videoconferencia o con una llamada telefónica. Los líderes descubrieron con asombro que su supervisión cercana no siempre aumenta la productividad. De las juntas de trabajo que hoy tenemos por videoconferencia, solo una fracción regresará a su modalidad presencial. Hemos descubierto también el valor de la cercanía física y lo insustituible de un abrazo o una palmada en la espalda.

La posibilidad de trabajar desde casa. De ahora en adelante, quienes hacemos Home Office difícilmente regresaremos a una rutina de traslado casa-trabajo-casa sin resentimientos; los ahorros que los negocios han generado por dejar de rentar espacio en oficinas y el aumento en la motivación y felicidad laboral que algunos empleados experimentan al trabajar desde casa hará que los gastos de operación de muchas empresas disminuyan o se distribuyan de una forma diferente. La otra cara de esta moneda es que hay quienes descubrieron que la interacción con personas en su trabajo llenaba un espacio en sus vidas que tocaba áreas diferentes a las profesionales y, para ellos, dejar de ver a sus compañeros de trabajo detonó un sentimiento de soledad y reclusión que ha desencadenado crisis personales de identidad y autoestima.

Valorar la vida, el tiempo y lo verdaderamente importante. Despedirnos para siempre de amigos y familiares nos ha puesto en perspectiva de algo que en ocasiones olvidamos: podemos morir. Ante esta realidad, mucho hemos encontrado tiempo para expresar nuestras emociones, sanar relaciones lastimadas y hemos dejado de posponer proyectos importantes que teníamos largamente estacionados en la lista de pendientes.

Juego de Palabras

Los españoles y todos los hispanohablantes que nos son mexicanos usan una “tiza” para escribir en sus pizarrones, nosotros en cambio usamos un “gis”, el origen de “tiza” es Nahuatl, “tizatl” (tierra blanca), la palabra “gis”, del latin “gypsum” (yeso) fue traída por los españoles a México y usada para denominar este material que era de uso común en nuestro continente. Es curioso que la palabra “gis” se haya quedado en México y que la palabra “tiza” haya decidido emigrar, ya que es usada en todos lados menos aquí. Los mexicanos sólo usamos una tiza en los salones de billar en donde usamos ese pequeño cubo de yeso pintado de azul para tallar la punta del taco de billar y evitar que los tiros resulten en una “pifia”. La palabra “pifia” viene del alemán pfifen (silbar) y hace alusión a los silbidos del público al decepcionarse por un espectáculo.

 

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